El profesor Luis Torrecilla, natural de Cañizal, presentó ayer en Valladolid su segunda novela, "La espía del emperador". La historia narra la influencia que tuvo la beata Francisca Hernández --figura fundamental en la ciudad del Pisuerga del primer cuarto del siglo XVI que se vio arrastrada por el proceso inquisitorial contra la familia Cazalla, a la que estaba vinculada-durante la denominada guerra de las comunidades.

La novel se desarrolla en el periodo de la revuelta comunera, entre los años 1520 y 1521, con Valladolid como escenario fundamental, un momento en la que ésta era "un foco de rumores, intrigas y espionaje", según señaló su autor zamorano en una entrevista a Europa Press.

Su acción en Valladolid le da un carácter "muy local", pero a la vez "muy universal", pues a partir de este hito el centro de la política imperial "se desplaza de Flandes y Alemania hacia los reinos españoles", con la ciudad como sede "predilecta" de la corte. Asimismo, en las páginas de "La espía del emperador" se aborda el movimiento reformista y erasmista que sacudió la espiritualidad cristiana en el siglo XVI y que penetró "de forma clandestina" en Castilla, con la aparición de los primeros conventículos como la casa de Pedro Cazalla y su esposa, Leonor de Vivero, padres del famoso doctor Cazalla procesado por la Inquisición y que aparece como niño en la novela.

"La espía del emperador" ve la luz tres años después de "Punto de mira" el anterior trabajo de este, aunque la recopilación de información sobre Francisca Hernández y el Valladolid de la época se remonta hasta seis o siete años atrás.