Fermoselle celebró ayer la romería de Santa Cruz, considerada la festividad más entrañable de los moradores de la villa arribeña por su carácter local, familiar y amigable.

Tiene lugar en los pagos de Santa Cruz, un pequeño morro o altozano, con aires de mirador, donde los fermosellanos construyeron una pequeña ermita para dar acogida al Cristo del Pino, hallado, según la leyenda, en las aguas del Duero y al que los portugueses no quisieron "por feo" según recuerda Roberto Fariza. El sacerdote Don Tomás pone de relieve que "es una leyenda repetida en otros lugares".

El hecho es que una estrofa cantada por los fermosellanos, y que es una imploración, dice: "Bendito Cristo del Pino, que miras a Portugal, mándanos un poco de agua para las fuentes del Ordial". Ordial es un pago de la zona y realmente la puerta de entrada al pequeño templo mira hacia la vertiente lusa. Y lo del pino es porque en la zona donde se asentó el edificio existió un gran pino "con un grosor que no abarcaban dos o tres personas", pero fue cortado. En la estructura que acoge el esquilón dos piñas de metal dan fe de esta especie.

Ayer la ermita, cuidada con esmero y como es habitual, quedó pequeña para acoger a los fieles durante la celebración de la misa.

La soleada jornada comenzó con la salida de los romeros desde la Plaza Mayor hacia las 10.30, con el equipo de Gobierno, presidido por el alcalde, el popular Alejandro Fermoselle, al frente, y la Asociación de Tamborileros ambientando la marcha con sus notas.

Aunque había quien afirmaba que este año no había mayordomos, la realidad es que esta función fue cumplida por la familia conocida como "Los Bichos", por su gran afición a la caza. "¡Los bichos, y a mucha honra!" expresaba una de las mayordomas. Y es que en Fermoselle el que no tiene apodo es como un extraño.

Los romeros buscaron acomodo bajo toldos montados al efecto, en tiendas de campaña, en casetos, en casetas construidas en las fincas próximas, sobre las peñas, bajo los olivos y, algunos, retornando a la villa para comer en casa o en los restaurantes. La mayoría cumplió con el ritual de tomar el chocolate con periquillos, y otros completaron la puesta de la mesa con embutidos y el chupito. La música tradicional y los bailes sumaron su nota de color a la mañana.

La romería de Santa Cruz tiene su momento álgido por la tarde, cuando las familias y los grupos se asientan en los parajes de Santa Cruz con todas las licencias para preparar las típicas charruscadas y asados. Es una tarde de sólida gastronomía, a los que Fermoselle se entrega con pasión. "Hoy es un día de gran armonía. No hay líos. Es un día de fiesta como si fuera una Nochevieja" expresa el concejal Manuel Moya.

El paisaje del Arribes muestra bellos colores y los frutales comienzan a exponer sus frutos. Es una romería que también muestra, con su asistencia, la trayectoria demográfica de la villa, un tanto alejada de las 4.000 almas de los que algunos recuerdan.