Es "Fundamental conocer el origen de la planta a utilizar en las nuevas plantaciones, pues en planta joven es imposible asegurar que la planta no esté infectada", incide la Junta de Castilla y León asegurando que "las plantas que han sido infectadas por primera vez a finales de la primavera o principios de junio no desarrollan las agallas hasta la primavera siguiente, por lo que, aun estando infectadas, no tendrán síntomas aparentes en otoño e invierno".

El mejor sistema de identificación de esta plaga es el desarrollo de agallas de 1 a 3 centímetros de diámetro, verdes o rosas, sobre ramitas jóvenes, brotes y hojas. Es por tanto, a lo largo de la primavera cuando se ha de intensificar la vigilancia de los castaños en busca de las agallas.

En el caso de detección de la avispilla del castaño, la Consejería de Medio Ambiente ha pedido a los castañicultores alistanos "proceder a la inmediata destrucción con fuego de todas las plantas sintomáticas y mantener la vigilancia durante todo el período vegetativo para ver si aparecen más señales en las plantas aledañas, para proceder a su destrucción sin son localizadas más agallas".

Además es fundamental comunicar la detección a Medio Ambiente y, por consiguiente, a los propietarios de castañares colindantes.