Los vehículos siegan la vida cada año a cientos de animales de muy diferentes especies y es tal la preocupación que cada día más conductores instalan en sus vehículos dispositivos de infransonido para evitar los impactos. Grandes viales, en apariencia impermeables a la infiltración de gran fauna, registran fatalidades porque son múltiples los accesos y salidas que favorecen la irrupción de especies obligadas a moverse por cuestión de alimento, celo, huida o cambio de hábitat. Pero son los viales autonómicos, provinciales y secundarios donde prácticamente la fauna halla a diario la muerte. En estas rutas el monte, la campiña y el trazado forman parte del paisaje sin más cortapisa que una cuneta.

Además, "hay más muerte donde más y mejor se cuida y gestiona la caza" al decir del presidente de la Delegación provincial de Caza, de Zamora, José Antonio Prada.

Otros grandes santuarios de la fauna, como es la Reserva regional de Caza de la Sierra de La Culebra, son también escenario y fuente inagotable de atropellos como revela el rastro de accidentes registrado en las carreteras que recorren o circundan el espacio protegido.

Los animales de gran tamaño -ciervos, jabalíes, corzos y lobos- son los que mayor impacto y daño provocan y los que fuerzan a incrementar el coste de las pólizas de seguro de los coches. "Aquí casi todo el mundo ha colocado en la delantera del vehículo un dispositivo que provoca un sonido que, dicen, ahuyenta a los animales", expresa Manuel Bárbulo, de Fornillos de Fermoselle. Lo mismo ocurre en los ámbitos de La Culebra.

Es muerte y es peligro. La presencia en las calzadas de los cadáveres de considerable tamaño obliga a los conductores a realizar frenazos o giros bruscos, con el consiguiente riesgo. No deja de sorprender, sobre el particular, que aves tan imponentes como los buitres comiencen a verse plantados sobre las calzadas para sacar tajada de seres que tienen un mínimo de carne. Su pesadez para abandonar con rapidez el lugar añade nuevas preocupaciones a los conductores.

Buitres en las calzadas

Para la guardería medioambiental los siniestrados dados en las travesías de las poblaciones hay que achacarlo, fundamentalmente, "al exceso de velocidad", y en estos tramos los perdjudicados suelen ser los animales domésticos.

El registro de animales muertos también da fe de la presencia de especies invasoras o en peligro de extinción, de la dominancia o rareza de las mismas. Son épocas letales las de fechas de ciega pasión y de salida de crías de sus camastros o nidos porque los vehículos vuelan o, en caso de curvas y rasantes, aparecen casi de improviso y resultan inesquivables.

Es tan segura la muerte de animales, y en tal grado, que las carreteras son el cebadero predilecto de un tropel los milanos, cuervos, urracas y otras aves carroñeras. Ponen éstas más atención a las calzadas y al paso de los vehículos que al puro campo. Abiertos los ojos al amanecer, su principal empeño no es otro que sobrevolar las vías de comunicación para atisbar acontecimientos y tratar de encontrar tendido sobre el suelo, y más o menos despiezado, el alimento del día. Son aves especializadas en esta pesquisa. Descubierto el festín, y ganado el puesto a toda competencia, el comensal debe andar listo para sortear los peligros que supone el tráfico rodado, y que obliga al carroñero a despegar y aterrizar decenas de veces durante tiempo que dura la consumición del plato de carne.

Son variadas las especies propensas a perder la vida sobre el asfalto, y tan letal es el día como la noche, aunque el horario de predación y aliento guarde una conformidad con los hábitos nocturnos o diurnos de cada especie. Las serpientes, con especial impacto visual en estas fechas la denominada bastardo, por su dimensión, están entre las más castigadas por las ruedas de los vehículos.

"Es un goteo de muertes diario" expresa Prada, que ha reparado que la muerte acecha, más que en ningún otro punto, "donde los cazadores cuidan el coto con bebederos y otras mejoras" para que las especies cinegéticas prosperen y se incrementen las poblaciones. Para el delegado provincial de caza "no es fácil dar solución" a estos episodios, y hace referencia al uso de sustancias olorosas y otras medidas empleadas en algunos territorios, que pueden amortiguar pero que no acaban con el problema.

José Antonio Prada tenido la experiencia, entre Fuentesaúco y Villamor de los Escuderos, de librar por los pelos a unos buitres que mataban el hambre con una liebre atropellada. "Pasé entre dos" expresa, y también de no llevarse por delante alguna perdiz "tonta" que permanecía medio impasible en plena vía.

El responsable de la Unión de Campesinos, José Manuel Soto, el reguero de atropellos de caza mayor es "la invasión y el incremento de fauna". Respecto a la señalización existente en las vías de comunicación señala que el principal objetivo de las administraciones "es lavarse las manos". En realidad abunda la señalización en las carreteras provinciales que advierte del paso de fauna, pero existe una carencia sobre la señalización del paso de especies protegidas o vulnerables, y mucho más de pasos para la fauna.

Es elogiable el gesto de la guardería medioambiental de apartar de las calzadas a los animales atropellados y colocados en los andenes o fuera de ellos para que puedan servir de alimento a la fauna, según afirman fuentes de la Asociación Profesional de Agentes Medioambientales de Castilla y León. Rapaces y carroñeras ejercen una destacada labor de limpieza de cadáveres en la red de carreteras.

El rastro y las manchas de la sangre plasmadas en los viales son otra muestra de la lucha por la supervivencia.