Un incendio surgido en la madrugada de ayer en una explotación agropecuaria de Quintanilla del Monte arrasó una nave quemando todo el material agrícola y la maquinaria que se guardaba en su interior. La granja es propiedad de Miguel Barrero Toral, alcalde de la localidad y presidente de la Mancomunidad del Raso de Villalpando, quien después de toda una vida trabajando en el campo ayer contemplaba con impotencia cómo las llamas se comían buena parte del fruto de sus esfuerzos sin que pudiera hacer nada por evitarlo. El fuego destruyó dos tractores, una manipuladora telescópica, un motoniveladora, un carro de mezclados, una máquina de herbicida y una gran cantidad de forraje almacenado en dicha nave.

La explotación situada a las afueras de Quintanilla se dedica fundamentalmente al ganado de ovino, las ovejas se salvaron de la quema porque se encuentran en otra nave relativamente alejada de la que se quemó. Allí se encontraba el ganadero cuando se percató de lo que sucedía y pasó a ser testigo directo de su propia desgracia económica: "Llegué sobre las cinco y veinte de la mañana a la nave del ganado y no se veía nada, cuando salí pocos minutos después aquello ya parecía un volcán", relata el propio Miguel Barrero, quien enseguida llamó al número de emergencias 1-1-2 a pesar de que "poco podían hacer ya los bomberos", reconoce el ganadero. En ese momento las llamas no habían alcanzado todavía a uno de los tractores, "pensé en llevármelo de allí, intentar salvarlo, pero en cuanto me acercaba un poco salía del incendio un calor muy fuerte que hasta me quemaba la cara, era demasiado peligroso", explica Barrero apesadumbrado por el resultado de lo ocurrido.

En muy pocos minutos llegó el camión de bomberos de Villalpando con sus dos operarios, pero el fuego ya se había extendido por toda la pila de forraje, como suele suceder en estos casos, y al resto de la nave. También acudieron algunos de los vecinos de Quintanilla, que a esas alturas ya no pudieron hacer otra cosa que "mirar para las llamas". "Los bomberos de Benavente tardaron una hora y media en venir con dos camiones más, ya era muy tarde, aunque nada hubieran podido hacer ni siendo más rápidos, no les culpo", cuenta el propietario de la explotación.

De hecho, la pila de alpacas aún continuará ardiendo durante varios días. Ayer al mediodía la mezcla de alfalfa, paja y cebada aún parecía "un volcán en llamas", y el ganadero tiene asumido que es muy probable que también pierda la propia nave, pues los muros comenzaban a resquebrajarse por efecto del fuego.

Aún no se ha esclarecido el origen del incendio, tanto la policía científica de la Guardia Civil como el perito del seguro de la explotación visitaron ayer la zona, pero tendrán que volver dentro de unos días, cuando el fuego esté completamente extinguido y puedan examinar mejor la nave afectada.

Miguel Barrero no ha querido todavía pararse a calcular cuánto dinero ha perdido en el incendio, aunque lo resume en "el trabajo de los últimos 20 años, me toca volver a empezar, pero con 62 años que tengo". En los últimos tiempos el ganadero había ido invirtiendo poco a poco en modernizar la explotación para, llegada su jubilación, cedérsela a sus dos hijos, que actualmente trabajan con él. Los tres recordarán siempre el día de San Isidro Labrador de 2017, y no precisamente como una jornada festiva, sin embargo, tampoco se dejan derrotar y parecen asumir lo sucedido con estoicidad: "es lo que hay, no puedo hacer nada más que mirar cómo arde esto y, después, seguir trabajando", afirma Miguel. Además, aún les acompaña la esperanza de que la compañía aseguradora les ayude a recuperar, al menos, una buena parte de los bienes perdidos en la madrugada de ayer.