La pérdida de la identidad obsesiona a estas gentes, que tienen entre sus reivindicaciones permanentes el que el embalse que sepultó a su pueblo, "por justicia" pase a llamarse de Argusino. Lo expresaba ayer José Manuel Fernández, presidente de la asociación "Argusino Vive", nacida al albur del 50 aniversario de la desaparición. "Lo más importante para nosotros es recuperar el nombre de Argusino, nos lo merecemos todos los descendientes, por eso vamos a solicitar formalmente a las autoridades que nos ayuden a reivindicar que el embalse se llame de Argusino. Es la única forma de que el pueblo perdure para siempre".

Una reclamación que también lanza Dary Marino Bermúdez, hija de José e Isabel, quien inmortaliza la existencia de su pueblo en una colección de cuadros, que ayer se exponían a la puerta de la ermita. Fueron muchos los argusinejos que se paraban a contemplar los óleos de esta maestra jubilada de Argusino afincada en Barcelona pero fiel cada año a la cita con la Santa Cruz.

Además del recuerdo, la fiesta de la Santa Cruz permite la reunión de mayores y las nuevas generaciones, los que han luchado por preservar la memoria de Argusino, como Gloriado Peños, y los que toman el testigo con un prometedor programa de actos para conmemorar el 50 aniversario de la desaparición, encarnado en Argusino Vive. Ambas sensibilidades convivían ayer en la fiesta del pueblo desaparecido pero tan vivo en la conciencia de los argusinejos como aquel fatídico septiembre de 1967.

La ermita de la Santa Cruz volvió ayer a ser el epicentro de las emociones. Primero con una misa completamente abarrotada de fieles, donde el tamborilero Luis Pedraza hizo sonar el salterio y después, con la flauta, el Ave María.

Terminada la misa, Argimiro Luengo recitó una emotiva poesía y agradeció los esfuerzos de Glorialdo Peños "por haber sabido llevar el timón de esta embarcación". Luego fue este argusinejo quien, amarrado a la cruz parroquial que ayer fue trasladada expresamente desde el Museo Diocesano de Zamora para presidir la misa y la procesión, apostó por fortalecer la cofradía e invitó a los jóvenes a tomar las riendas para mantener vivo el recuerdo de Argusino. Por la tarde, la procesión llevó a los romeros más cerca de los suyos.

Y desde "Argusino Vive" se plantaron 108 macetas, de las 108 casas inundadas, que un día crecerán y se transformarán en un jardín flotante. La historia continuará.