"En 10 ó 12 años no va a quedar en esta zona ni un solo rebaño de ovejas, a lo sumo quedará uno, el de Alberto el de Pedro, que ha sido el último en incorporarse". La afirmación es de Antonio Ferrero, el ganadero de Espadañedo, que como todos los compañeros del gremio está sustituyendo la explotación de ovino por una explotación de vacuno para evitar los ataques del lobo a las explotaciones. Las dos últimas explotaciones han cerrado en Manzanal de Arriba y Gramado. Unas cierran porque llega la edad de jubilación del titular de la explotación, otras por el hartazgo de bajas entre el ganado menor. Al menos, piensan los ganaderos, una vaca tiene más posibilidades de sortear el acoso de los lobos. Los terneros son el factor de riesgo.

El último ataque en la explotación de Ferrero fue el primero de noviembre, cuando aparecieron los restos de una ternera de unos seis meses, junto a un barranco. Solo pudieron recoger la piel, la cabeza, los tendones y las cuatro patas. Los buitres se han acostumbrado, en la época de caza mayor, a volar desde latitudes más al sur de la provincia y a alimentarse de los cuerpos de los ciervos que los cazadores abandonan en el monte tras una cacería. Un problema para los ganaderos que ven convertidos sus animales en el primer plato del lobo y el segundo plato de los buitres "no dejan ni una gota de carne". Si hay ternera, pues también ternera.

En estos momentos sobreviven una veintena explotaciones ovinas en un territorio compuesto por 28 municipios de Sanabria y Carballeda pero con más de 100 pueblos. Mientras la atención por los ataques sistemáticos de lobos se focaliza al sur del Duero, los verdaderos problemas se están dando al norte del Duero.

El problema es que "hasta las organizaciones agrarias dan por perdida la batalla al norte y solo se centran en el sur", lo mismo que la administración que vende a bombo y platillo los 17 días que tarda en abonar los daños del lobo, "cuando aquí pasan los meses y ni te contestan". Las explotaciones al Sur del Duero y la Reserva de la Sierra se llevan toda la atención y esfuerzos de la administración y sus funcionarios "y en el norte estamos discriminados". El mismo problema y diferente rasero. Las últimas bajas que denunció este ganadero fueron en septiembre. A estas alturas de mayo no tiene respuesta y mucho menos abonado daño alguno. "Si no contestan es que lo desestiman". El día del ataque contó dos lobos que se dejaron ver porque los perros del ganado los persiguieron. Ni el pastor eléctrico, ni la presencia permanente del pastor salvan la oveja que está sentenciada.

"Un día me preguntó mi mujer cuántas ovejas habíamos perdido desde que nos dedicamos a esto, 27 años. En un cálculo muy aproximado me salen 250 ovejas", más de 9 ovejas al año de media. "Hay años que se lleva tres o cuatro, pero hubo otros años que fueron muy duros, mataban 30 ó 40". En esos años y en el presente, la economía de una familia numerosa y los estudios de los hijos dependía y dependen del rebaño.