Quintanilla del Olmo y Prado, los dos municipios más pequeños -en tamaño, que no en importancia- de la comarca terracampina renovaban ayer su hermanamiento en la tradicional rogativa del Primero de Mayo. Dos comitivas de feligreses partieron de sus respectivos templos, los de Prado desde Santa María y los de Quintanilla desde San Babilés, para encontrarse en el punto medio de la carretera que une ambas localidades, de apenas dos kilómetros de longitud. Allí, entre los campos de cereales se produjo el intercambio de bastones y los dos pueblos se unieron para pedir a San Isidro, a San Antón y a la Virgen del Rosario que bendigan los campos para "salvar" la cosecha, en un año que parece catastrófico para la agricultura.