Méndez Plaza, don Santiago, como así le llamaron los alistanos cuando visitó Aliste en 1897, sentenciaba que por nuestra tierra, hasta 1857 no hubo otros maestros que los "galocheros", artesanos gallegos y leoneses de la madera que aprovechando el otoño e invierno llegaban a Aliste alternado la artesana labor de elaborar galochas, cucharas y utensilios de cocina y matanza con enseñar las reglas básicas de la enseñanza. Leer, escribir, sumar y restar, incluso los más avispados a multiplicar y dividir, un "doctorado" de la Universidad del Mundo Rural al que no todos podían acceder. Llegaban por noviembre y cada Ayuntamiento o Concejo le pagaba 25 mesetas por temporada y a las familias con niños se les obligaba a abonar en especie y corresponder con su parte: ordinariamente una libra de pan de centeno y un cuarto los sábados.

Si nos vamos atrás en el tiempo la realidad es que la enseñanza única era la de los padres y abuelos. En 1613 en Cerezal solo cuatro personas sabían leer y escribir.

Desde tiempos de los visigodos el poder civil se dedicó a prestar toda su atención a las guerras y nunca se preocupo de la enseñanza. Valga como ejemplo que el mayor número de alistanos que aprendió a leer y escribir en grupo tuvo su escuela sobre una carabela en el océano Atlántico: fueron los elegidos por Martín Enríquez de Almansa, hijo del primer Marqués de Alcañices, en su viaje a América donde luego sería virrey de Nueva España y Perú.

La Constitución de Cádiz en su articulo 336 establecía la idea de extenderla a todos los españoles. El ministro Calomarde, de 1823 a 1833, regulo mediante decretos todos los niveles de enseñanza, de Primaria a la Universidad, aunque daba la impresión que estaba destinada a las clases más pudientes. Se daban casos hoy inadmisibles como la Ley de 21 de julio de 1836 donde se consideraba que la instrucción de niñas no era indispensable y solo si los maestros disponían de espacios suficiente y querían podían establecer un aula para ellas. A finales del siglo XIX en la mayoría de pueblos ninguna mujer sabía leer ni escribir. El 23 de marzo de 1852 un Real Decreto determinada la obligación de los obispos y arciprestes de visitar las escuelas cuando iban a los pueblos. La Enseñanza se oficializo en Aliste de 1860 a 1870 y muchos padres reconocían mandar a sus hijos a la escuela para aprender a leer y escribir y así saber firmar y lo que firmaban con prestamistas y acreedores.