Alejandra Araújo es la librera de la comarca de La Guareña. Asentada en Fuentesaúco por su matrimonio con un saucano, hace 19 años que se embarcó en la aventura de una librería en el pueblo. Antes se había dedicado a la venta ambulante, pero las nuevas circunstancias de la vida y un amor incondicional a los libros obraron el milagro de una modesta pero muy activa librería donde se surten los lectores -sobre todo lectoras- de la comarca.

Y es así, con el mismo empeño que cada día saca adelante su pequeño negocio, como es posible la celebración de una dignísima Feria del Libro que cada abril tiñe de literatura la Plaza Mayor de Fuentesaúco. Un proyecto que nació de la mano del Instituto de la villa desde que hace más de una década -"como un experimento" precisa el director del IES Ángel Rodríguez- el centro decidió "visualizar el plan de lectura en su propio entorno". Hasta ese momento las actividades "eran de puertas adentro, con el intercambio de libros entre los alumnos, entonces decidimos sacar la actividad fuera y para nuestra sorpresa fue un éxito desde el primer momento y ya es una tradición en Fuentesaúco".

Dos puestos, el de la librería Alejandra con descuento de un 20% en las ventas, y el del Instituto, con libros de segunda mano al simbólico precio de un euro, dan entidad a esta fiesta de la literatura, una loable iniciativa en el medio rural. "Estamos contentos de promover los hábitos de lectura de la forma más clásica y más bonita, como es el libro en papel".

La precisión del papel no es baladí ante la presión y el creciente dominio de las nuevas tecnologías arrinconando al libro de toda la vida. "La despoblación y las nuevas tecnologías acaban con estos pequeños negocios, se está desestructurando todo muchísimo" lamentaba Alejandra Araújo. "He tenido buenos lectores, clientes muy fieles que se han ido al libro electrónico" se sincera esta librera rural, aunque también se encuentra con incondicionales llegados incluso de Salamanca. Ayer dos clientas se presentaban en la Feria desde la capital charra para celebrar con su librera de cabecera la "fiesta de san Jordi".

Son las alegrías y ventajas de un comercio de proximidad que batalla cada día contra el coloso de internet, las descargas o el mencionado libro electrónico. "A pesar de todo no nos podemos quejar, aunque hay que luchar mucho" puntualiza Alejandra Araújo mientras el puesto va llenándose de ávidos lectores en busca de obra y también curiosos que terminan por llevarse un libro. Este año mandan "Patria" de Fernando Aramburu, "Los herederos de la tierra" de Ildefonso Falcones, "Las ventanas del hielo" de Gonzalo Giner o "El silencio de la ciudad blanca" de Eva García Saénz de Urturi.

Y como toda feria que se precie también hubo firma de libros de la mano de dos autores locales y primerizos en la aventura literaria, Luis Miguel de Dios con su "Llanto del trigo" y Carmen Morales (que firma con el seudónimo de Dido Tola) con "Solución de continuidad". Ambos escritores valoraron esta iniciativa de fomento de la lectura y de la cultura en un pueblo; "hay que apoyar estas actividades y que los niños desde pequeños aprendan a amar la literatura" precisaba Carmen Morales, entusiasmada con la firma de sus libros entre sus paisanos. "Me entusiasma leer y la carrera de Teoría de la Literatura me dio muchas herramientas para lanzarme a escribir, era todo un reto para mi y ya pienso en el segundo libro".

De ese empeño y amor por la literatura también habló Luis Miguel de Dios durante un encuentro con alumnos del Instituto; de cómo nace el libro de una idea, cómo se va adornando, de las dificultades, de cómo se borran párrafos enteros... esa lucha enigmática del autor con su historia. Al final el mensaje es unívoco: "hay que leer porque un libro te permite vivir otras vidas, vivir aventuras con las que has soñado, reencarnarte en los personajes... Eso solo lo vas a encontrar en los libros" reflexionaba el autor de Guarrate.

Era la palabra más pronunciada ayer en los soportales de Fuentesaúco. Libros. El tesoro más buscado en esta fiesta de la literatura que hacen posible una librera y un instituto rural. Una proeza.