El ciudadano belga Ricardo Thys decidió un día dejarlo todo, en su Bruselas natal, y comenzar una vuelta al mundo sin utilizar ningún medio de transporte que use derivados del petróleo.

Partió camino de su odisea un 4 de abril, de 2015, y ya ha recorrido 5.300 kilómetros a pie por el sur de Europa y el norte de África.

Sus zapatillas le jugaron una mala pasada al cruzar la frontera por Rihonor de Castilla para adentrarse en el territorio sanabrés y ha tenido que esperar unos días en Puebla de Sanabria a que llegara un par de repuesto, enviado por la marca americana que patrocina uno de los elementos más imprescindibles de su viaje: su calzado.

Tras 30 años dedicados al trabajo como autónomo y propietario de cuatro empresas, la última dedicada a la venta de maquetas de coches online, se dio cuenta de que "no tenemos tiempo de aprovechar la vida". Y a sus 57 años, este belga, de madre española, decidió no preocuparse de su jubilación, entregar la empresa a su hermano y comenzar a andar sin parar y a descubrir que la gente es buena y humanitaria. Viaja con muy poco dinero, solo un presupuesto de 5 euros diarios para comer. El alojamiento es lo que tiene que resolver día a día. Se ha alojado en todo tipo de construcciones, incluso en un castillo. Ha participado en 12 proyectos diferentes de intercambio de trabajo, 4 ó 5 horas, por alojamiento y manutención.

Durante el tiempo que ha "vivido" en Puebla, casi una semana, ha pernoctado en el pabellón de deportes "José Varela". Ha visitado, mientras llegaban sus repuestos, el Lago de Sanabria, la cascada de los Vados de San Ciprián, Robledo, el casco antiguo de Puebla. La primera noche llegó a la villa al anochecer y durmió en los soportales de la iglesia, frente al Ayuntamiento. "El alcalde entendió mi problema", tenía que esperar unos días a que llegara el paquete con sus nuevos zapatos y continuar el camino. Agradece toda la ayuda que ha recibido, del personal del Ayuntamiento y de la Oficina de Turismo "que me han informado como a todos, pero a mí me han tratado muy bien y me han ayudado mucho". Ayer continuaba camino hasta Trefacio. La siguiente ruta le llevará por San Ciprián de Sanabria hasta La Baña leonesa. Continuará camino hasta León, Santander y Francia.

Ha recorrido Francia, España por la costa Mediterránea y Portugal. Ahora regresa a Bruselas por los países de la costa atlántica, donde "me espera una bicicleta" para emprender una nueva ruta a pie que le llevará a Alemania, Suiza Italia, Túnez, Argelia, Marruecos, Canarias, Cabo Verde y dar el salto a Brasil. A pie recorre unos 25 kilómetros, en bicicleta podrá sortear un ciento de kilómetros al día para salvar las largas distancias de los países del cono sur americano, Brasil, Chile, Argentina.

Cualquier persona se plantea "dejar todo para aprovechar la vida y la libertad". Las sociedades europeas van demasiado rápido, algo que contrasta con una mayor calidad de vida en el medio rural. Ricardo ha evitado las grandes urbes.

El norte de Europa, paradigma del desarrollo, "especialmente por su desarrollo tecnológico, tiene también sus problemas. El sur de Europa no está tan atrasado, no veo grandes diferencias". Hay valores que echa en falta "el núcleo familiar no es tan fuerte. No hay tanta ayuda en la familia". En su caso su hermano, su madre y su hija han respaldado su viaje y lo han apoyado. De hecho dejó su empresa en manos de su hermano para poder salir a pie por el mundo. No se trata de un viaje de búsqueda personal, "yo ya sé quién soy, no necesito encontrarme".

En el camino "he encontrado gente maravillosa, generosa, muy abierta. Ser abierto no es por ser de un país del norte o del sur, sino que es una cuestión de carácter de la persona". IR de aldea en aldea le permite detenerse para charlar, dedicar 10 minutos a mantener una conversación". Las prisas en la ciudad, en el trabajo, en la urbe no permiten esa interacción "la gente no tiene tiempo". A su modo de ver es más valioso ese tiempo. En una de sus caminatas aterrizó en casa de un ingeniero del programa espacial español, ha podido cruzar en velero, una generosidad "natural". Este viaje y las personas que le han ayudado le permiten "arreglar cuentas con el ser humano. Ves las noticias y todo es negativo, pero al final descubres que el ser humano es bueno, que la mayoría de la gente quiere los mismo, vivir en paz, dar una educación a sus hijos, tener un trabajo".

Ayer siguió su viaje con zapatos nuevos, cuando llegue de nuevo a su país, habrá recorrido más de 7.000 kilómetros.