Ch. S.

El Casal, con los suelos más fértiles de la Sierra de la Culebra, tras siglos en manos de noble y ricos, al ser adquirido por los vecinos de Abejera, trajo consigo una ordenación comunitaria digna de elogio, tendente a buscar los aprovechamientos equitativos. Aunque los pastos eran su mayor valor, llegaron a cultivarse patatas, remolacha y nabizas, aprovechándose para el riego las aguas del arroyo Casal.

Coincidiendo con el día 15 de mayo El Casal quedaba coto, lo cual permitía aprovechar las lluvias de primavera para generar pastos durante casi dos meses, hasta el 8 de mayo en que se descotaba y las primeras reses en beneficiarse de los pastos eran las llamadas vacas horras y los novillos: la conocida como la "Vacada Brava" hasta el día de San Pedro (29 de junio). Por esas fechas, terminada la recogida en el pajar de la hierba segada y seca, se iniciaban las labores de la siega del centeno y trigo, julio y parte de agosto. Niños, jóvenes y mayores eran necesarios para unas labores donde se recogía la mies manada a manda: segando a hoz,. Era entonces cuando la "Vacada Mansa" se integraba también en El Casal. Cuando se iniciaba el acarreo y la trilla todas las vacas mansas volvían a su labor, tirar del caro y del trillo, por la Asunción (15 de agosto) y entraban a los pastos las ovejas, siempre primero, y las cabras después. Durante la posguerra llegaron a alimentarse en El Casal unas 2.800 reses: 1.500 ovejas, 1.000 cabras y unas 300 vacas (150 bravas y 150 mansas). Sin necesidad de realizar la trashumancia hasta las sierras de Sanabria. Pastor, cabrero o vaquero tenían su soldada y además recibían al día un cuarterón de tocino, tres libras de pan casero y un cuartillo de vino.