Abejera y Riofrío promovieron el pasado fin de semana una visita a "El Casal", un paradisiaco paraje en las entrañas de la Sierra de la Culebra cuyos avatares ha contribuido a escribir una peculiar historia de sonrisas y lagrimas, unas veces para bien y otras para mal, muy a su pesar, de los habitantes de un ecosistema durante siglos en manos y a expensas de los caprichos y abusos del Marquesado de Tábara de los Pimentel.

Más de un centenar de personas, paso a paso, sin prisa pero sin pausa, conocieron y revivieron los aconteceres de una tierra que fue la salvación para los vecinos de Abejera, -sus padres y abuelos- durante 52 años, hasta que el Estado se la arrebató a la fuerza, para iniciar su repoblación con pinos y crear la actual Reserva Regional de Caza "Sierra de la Culebra".

La historia moderna de El Casal se inició el día 1 de julio de 1882 cuando el Boletín de Ventas de Bienes Nacionales anunciaba la primera subasta de 10 quiñones, 7 de él y 3 de Moratones. Sus compradores fueron Eusebio Prieto natural de Abejera de Tábara y Juan Escera de Zamora. Tras la desamortización llegó a en los primeros años del siglo XX su arriendo a vecinos de Riofrío.

En 1920 se acordaba la adquisición de El Casal por parte de los vecinos de Abejera. La firma de la escritura de compra y venta, no obstante, no se realizaría hasta el día 10 de diciembre de 1925 en la ciudad de Valladolid, ante el notario Joaquín Martínez Iglesias, una vez saldadas todas las deudas.

Las ansiadas propiedades de los hermanos Silva Román: Victoriano (Moreruela de Tábara), Urbano (Madridanos) y Agustina (Zamora) se correspondían con una finca de 1.239 hectáreas (3.694 fanegas, 4 celemines y 2 cuartillos). En la escrituración se establecía un precio de 11.000 pesetas. Pura teoría y chanchullo de los poderosos. La realidad fue que se pagaron 77.500 pesetas en seis plazos: 1.250 pesetas por cada uno de los 62 lotes familiares. Una auténtica fortuna, cuya parte a aportar no todos tenían, lo cual llevó a muchos a tener que emigrar a la entonces floreciente Cuba para pagar su parte.

Abejera, un pueblo sin ríos y rodeado de Sierras (Culebra, Sesnández, Carbas y Valer), pudo contar gracias al El Casal con un frondoso y productivo valle donde alimentar a sus ganados.

La pesadilla comenzaba a fraguarse un triste día 10 de enero de 1958 cuando el Ministro de Agricultura firmaba un decreto declarando de utilidad pública y urgente ejecución la repoblación forestal de parte de los terrenos de la Sierra de la Culebra, entre ellos los de El Casal (concretamente 1.128,5 hectáreas), mas otras 126 de su entorno inmediato. Un mes después, el día 4 de febrero, se le comunicaba a los alcaldes de los ayuntamientos afectados (Riofrío y Ferreruela) y a los pedáneos de Abejera y Sesnández.

El día 24 de julio de 1970, por decreto, El Casal fue declarado Monte de Utilidad Pública y el 4 de febrero de 1972 se procedería al levantamiento, en la casa de dicha finca, del acta previa a la ocupación, abonándose cinco millones de pesetas, repartidas entre los herederos de los 62 compradores de 1925: 89.184 pesetas por parte.

Repoblación y Reserva "Sierra de la Culebra" arrebataron a Abejera su bien terrenal más preciado, su mayor sueño de progreso, una realidad durante 52 años, un golpe mortal a la supervivencia ganadera, quizás desde la legalidad y las justificaciones que da el poder y la llamada utilidad pública, pero desde la sin razón.