El fermosellano M. A. sigue fiel a su pasión por la caza y, a sus 76 años, todavía siente una fuerte afición que le lleva a lanzarse a los campos, al parecer, sin reparar en vedas ni en métodos. Días atrás fue sorprendido por responsables del coto de caza pertrechado con un perdigón, que portaba en la correspondiente jaula para utilizarlo presumiblemente como reclamo. Fue denunciado ante la Guardia Civil, que ha abierto el oportuno expediente por si hay vulneración a la normativa relativa a la ley de Caza.

El reclamo con perdigón es una práctica que se remonta a siglos atrás, cuando el país era un hervidero de perdices y los habitantes del medio rural, sumidos en la plena supervivencia, buscaban quitar el hambre en todos los recursos silvestres y se las ingeniaban para atraer a los ejemplares de diversas especies con el reclamo amoroso de sus iguales, o bien imitando el canto ellos mismos. Al trampeo inicial le siguió luego el uso de las armas, que incrementaba las ventajas del cazador o pajarero.

El furtivo actual gusta de portar consigo, como según se afirma ha sido el caso del fermosellano, un rifle del 22 para tener éxito con las petirrojas. Debido al silencioso disparo de este rifle, es considerada un arma ideal para abatir perdices sin causar espanto. Las piezas, atraídas por el canto del perdigón, van acercándose con más o menos ceguera hacia quien consideran un competidor o el partido ideal y, de esta guisa, se ponen en el punto de mira y se exponen a la ruina de quien las aguarda pacientemente.

El episodio ocurrido días atrás es una vivencia ya conocida, pues casi en las mismas fechas de 1996 se dio el mismo caso, con los cazadores al atisbo de las andanzas del M. A. Una vez convencidos de la previsible operación del susodicho, se lanzaron a a pillarlo infraganti con el concurso de agentes de la Guardia Civil.

El presunto investigado sostiene que "alguien me seguiría" para lograr cogerlo en el furtiveo. Esta vez eligió un lugar del pago conocido como Las Llagonas. Pone de manifiesto que con un macho de perdiz "no matas el monte" y afirma que no había cogido "ninguna pieza". También pone en la balanza el delito cometido por quien presuntamente trata de cazar con reclamo "a quien se lleva la economía del país y no le pasa absolutamente nada o casi nada".

Esta acción llega en un momento en que está en los foros la polémica del ataque de las aves carroñeras sobre las crías recién nacidas de las ganaderías domésticas a causa de la hambruna que, según los ganaderos, existe en la fauna por falta de carne en el campo. Los últimos casos denunciados por ganaderos de Tudera apuntan a especies como los cuervos y rapaces que, salvo en casos puntuales, hasta ahora se han defendido de las existencia habidas por fincas y montes.

El sector ganadero reclama una mayor permisividad para dejar en el campo los cadáveres de animales sanos para alimento de la fauna. Aunque actualmente tienen la posibilidad de crear muladares, los requisitos inclinan a la mayoría del colectivo a preferir que se haga cargo de los animales muertos el servicio de recogida de cadáveres.

Igualmente, hacen mención a los estragos que ocasiona el jabalí y otros predadores acampados en Arribes, entre otros el meloncillo, y que lo llevan todo por delante: huevos y crías.

Es de destacar que Arribes del Duero es un espacio protegido con un importante plantel de aves rapaces y carroñeras que sobrevuelan el terreno en una búsqueda más que aguileña y felina de presas.

La ausencia de vida silvestre adecuada, tanto de pelo como de pluma, obliga a la propia Administración a tratar de completar la dieta de alguna espacie emblemática, como el águila perdicera, con cientos de conejos atrapados en otros puntos de la provincia.