No es casualidad que el nuevo libro de Teresa Guerra Pino se titule "Más allá del físico". Cada frase que sale de su lúcida cabeza, transmite y si algo obsesiona a esta sayaguesa de 40 años, "llena de límites físicos" por una parálisis cerebral, es el enorme muro que la enfermedad -también la propia sociedad- le ha impuesto con el mundo "normal".

La vida de Tere es lenta, al ritmo de Sogo, el pequeño pueblo de Sayago donde vive con sus padres y una persona que les atiende a tiempo completo. Al ritmo de un cuerpo tan vapuleado por los espasmos que cada frase tecleada con los dedos es una odisea. "Puedo tardar horas en redactar un párrafo -cuenta en el libro-, pero no importa porque me da tiempo a pensar bien lo que hay en mi cabeza". La escritura se ha convertido en el altavoz más eficaz de esta inquieta autodidacta con tres libros ya en su haber como tres batallas ganadas en una vida truncada físicamente desde su inicio. "El accidente fue venir al mundo al revés, mi cerebro se quedó sin aire y se creó una parálisis" describe ella misma.

Primero fue "Al otro lado de la ventana", después "La ironía de la libertad" y ahora "Más allá del físico", cuya portada ha sido ilustrada por el pintor zamorano Carlos San Gregorio, al que Tere agradece el gesto. Lo más probable es que este libro nunca vea la luz en papel -"mis padres no pueden pagar ese gasto y es difícil que alguien se comprometa a publicarlo" admite-, así que será en su página de Facebook donde se podrá leer este nuevo relato, la experiencia vital de quien avanza a fuerza de lucha, tesón y valentía. "Quiero mi dignidad" clama como bandera.

Las redes sociales y sobre todo Internet han sido para esta sayaguesa "una gran ventana al mundo, un invento perfecto para encontrar cualquier información; yo lo utilizo bastante, sobre todo en invierno es el único entretenimiento, lo uso para buscar cualquier cosa que me interese o para comunicarme con otras personas. También para escuchar música" relata en el libro que hoy todavía se esconde en el ordenador, su gran "arma" para dar voz a todo lo que tiene dentro. De otra forma sería muy complicado.

Una minusvalía del 88% por discapacidad física es por sí misma un obstáculo que en parte Tere salva con su otra ventana al mundo, la silla de ruedas con motor. El vehículo le concede libertad para recorrer las calles del pueblo o enfilar la carretera desde la casa de Sogo donde ahora vive tras ingratas experiencias en centros y residencias de mayores que le han dado más de un disgusto; hasta corrió peligro la pensión asistencial. Recuerda el paso por Moraleja de Sayago como un mal sueño donde vio cuestionada su dignidad. "Quiero que se me reconozca que, a pesar de mi minusvalía física, estoy capacitada para tomar decisiones como cualquiera".

Quizás por ello, al igual que en los otros libros, en "Más allá del físico" la autora defiende como una leona su capacidad mental, inversamente proporcional al límite físico. "Si me hablaran tratándome como alguien normal descubrirían que dentro de mi cuerpo defectuoso hay una chica escondida, con una personalidad propia" defiende.

Por eso Tere no quiere ni oír hablar de centros donde se siente "enjaulada", con personas mayores o discapacitados síquicos. "Si yo aceptara irme -que va a ser que no-, como los servicios sociales y la sociedad mandan, me tendría que marchar fuera de Zamora porque, a pesar de que existen varias personas con parálisis cerebral, no hay ningún centro adecuado para nuestra discapacidad" reflexiona. "En casa soy más libre; si mi libertad se reduce a mi mente, os aseguro que con ella voy donde quiero. No hace falta andar ni tener un cuerpo sano para "volar"".

Los mensajes son insistentes. "Mi mente va más rápida que mi mano y mientras tecleo, pienso y me pregunto ¿por qué los lugares de los demás no están predestinados y el mío sí?". Tere reclama hasta la saciedad "que se me deje ejercer el derecho que tengo como ser humano a vivir dignamente donde yo quiera y con la ayuda necesaria, que tanto proclama el gobierno de España".

Con "Más allá del físico" Teresa Guerra vuelve a interpelar a la sociedad, a dinamitar conciencias dormidas. "¿Se me quita de raíz el derecho a decidir sobre mi vida por el simple hecho de tener un cuerpo defectuoso?, ¿por qué mis intentos de tener una vida lo más digna posible caen rápido en un saco cerrado sin fondo que nadie abre porque no interesa?". Preguntas para la reflexión.