"Esto es la punta del iceberg, vendrán más denuncias". Más de una veintena de exalumnos del seminario menor de La Bañeza y el colegio Juan XXIII de Puebla de Sanabria se manifestaron ayer en Astorga convencidos de que la denuncia de su compañero F. L., que ha conseguido la primera condena eclesiástica a un sacerdote en Castilla y León por pederastia, tiene que abrir la puerta a una investigación "exhaustiva" sobre lo ocurrido en esos centros dependientes del Obispado de durante los años 70 y 80.

Así lo transmitieron en la primera manifestación que se celebra en España, convocada por exseminaristas, para exigir a la iglesia católica "tolerancia cero" con los abusos sexuales a menores y para esclarecer los hechos ocurridos tras las paredes de los ya desaparecidos Juan XXIII de Puebla y el seminario menor de La Bañeza. "Queremos que ni un solo caso quede sin castigo" proclamaron ayer en Astorga, sede del Obispado del que dependían los centros cuestionados por las prácticas sexuales de algunos de sus sacerdotes contra los alumnos internos y el encubrimiento de otros religiosos que también lo supieron.

"Todos lo vivimos y ellos lo encubrieron. Todos somos víctimas" se podía leer en la pancarta portada por ex alumnos del Juan XXIII y compañeros de F. L., quien llegó hasta el papa Francisco para conseguir la apertura de una investigación que terminó con el castigo al sacerdote y expárroco de Tábara, José Manuel Ramos Gordón.

"Muchos de nosotros lo vivimos, estuvimos allí, fuimos testigos" proclamaban en Astorga los que hace 28 años eran unos niños, hoy muchos padres de hijos "de la misma edad que nosotros teníamos entonces". Con rabia contenida y sin poder controlar la emoción, los antiguos alumnos expresaron cómo "confiábamos en nuestros educadores, nuestros tutores, sacerdotes, siervos de la Iglesia, a quienes nuestros padres, nuestras madres, confiaron nuestra educación, el futuro de sus queridos hijos. Pero estos educadores, estos tutores, estos sacerdotes, siervos de la Iglesia, cuando nuestros compañeros abusados, víctimas, recurrieron a ellos pidiendo, suplicando entre lágrimas ayuda, ellos miraron hacia otro lado y lo encubrieron".

Treinta años después, hay quien piensa que demasiado tiempo pero no para las víctimas que cargarán con la pena toda la vida, aquellos compañeros de internado y de estudios se han vuelto a reencontrar, no en una comida de amigos, sino para revivir episodios terribles y solidarizarse con quienes sufrieron los abusos sexuales, entre ellos F. L. y su hermano gemelo.

"¿Qué impidió al señor Ramos Gordón, condenado por la Iglesia católica a una ridícula sanción de un año, qué le impidió confesarlo?" se preguntan ahora aquellos niños de entonces, "¿Podrá volver a dar catequesis?, ¿organizar grupos cristianos de niños en una parroquia?". Interrogantes que ningún responsable del Obispado pudo escuchar. Tal y como había anunciado el prelado Juan Antonio Menéndez, ayer no estaba allí ni tampoco se abrirían las puertas del Obispado para entregar el comunicado que leyeron entre una intensa lluvia en la plaza de la Catedral, arropados por sus familias y mirados desde la distancia por los vecinos de Astorga que se encontraron la manifestación a su paso. Ni rastro del vecindario de Tábara o los pueblos donde estuvo más de dos décadas Ramos Gordón como párroco.

"No importa los que seamos, solo queremos que se oiga nuestra voz y que sepa la curia que todo lo que denunció nuestro compañero es verdad" argumentaba uno de los participantes que encabezaba la manifestación camino del Obispado.

Allí estaban, marcando con el dedo acusador a quienes encubrieron los abusos sexuales. "¿Dónde están aquellos sacerdotes a los que les contaron la realidad de los abusos? ¿Siguen tratando con niños? ¿Duermen por las noches?. Ahora la Iglesia pide perdón, pero ¿creen de verdad que Dios lo perdona todo?".

Además de apoyar a F. L. "y a todos los que sufrieron abusos" los exseminaristas toman la palabra del obispo, Juan Antonio Menéndez, al anunciar la apertura de una "investigación exhaustiva para tratar el tema de los abusos". Por ello una comisión de exalumnos acudirá a la reunión del día 28 de febrero, "a la que nunca nos hemos negado; lo cierto es que el Obispado no nos había dado ninguna fecha", aclararon. E irán a pedir al obispo "justicia. Queremos que ni un solo caso quede sin castigo. Pero un castigo que satisfaga a las víctimas, no como ha ocurrido hasta ahora. La vergüenza la tienen que pasar aquellos que cometieron los abusos, destrozaron la infancia y la juventud de niños reiteradamente" proclamaron.

Aunque no físicamente, F. L, la víctima de abusos sexuales de José Manuel Ramos Gordón, estuvo muy presente en el pensamiento y el sentir de sus compañeros. Él mismo quiso agradecer a través de un comunicado, leído por Tomás García, la manifestación para él totalmente inesperada, pero todo un acicate en su batalla personal y en solitario para revelar la verdad. "Gracias por salir a la calle y dar a conocer que las víctimas de abusos no estamos solos, que basta ya de tantas mentiras" proclamó por voz de otro compañero y en presencia de una hermana, muy emocionada.

"Quiero recalcar que estoy cansado de escuchar que la Iglesia comprende mi dolor y que pide humildemente perdón, porque dudo que entiendan o que es sentir que profanen tu niñez, sin importarles lo más mínimo ver llorar a unos niños pidiendo que aquello parase sin que nadie hiciera nada, solo dejando una estela de dolor y una herida que jamás cicatrizará en ninguno de nosotros".

F. L. valoró especialmente que los asistentes al acto de ayer "comprendan que esta aberración hay que frenarla y que la infancia es solo una y nadie tiene derecho a destrozarla gratuitamente". Y tuvo un recuerdo especial hacia su hermano gemelo, también víctima de los abusos de Ramos Gordón, y para quienes "se atrevieron a decirlo y por aquellos que aún lo sufren en soledad". Como ya expresara en sus cartas al papa, el exseminarista reivindicó "tolerancia cero" para que "sea algo real y no una frase más".

Un mensaje que también gritaron sus compañeros mientras recorrían las calles de Astorga hacia el Obispado. "Pedimos a las autoridades, tanto eclesiásticas como civiles que sigan investigando estos actos abusivos hasta que todos los culpables, malhechores y encubridores sean condenados".

De momento, la condena conseguida por F. L. ha logrado que afloren dos denuncias más: "que se den cuenta de que lo que han hecho durante muchos años lo han callado y a los encubridores, cuando se les contó hace 28 años, a parte de comunicarlo a la autoridad eclesiástica, tendrían que habérselo contado también a la autoridad judicial y policial" apuntó Tomás García. Entre los que lo supieron por boca de las propias víctimas estaba, como recordaron, Francisco Javier Redondo, tutor de 6º y desde el pasado enero vicario de Pastoral Social y de Ponferrada. "Después del rector don Gregorio, recurrieron a él porque era nuevo y teníamos mucha confianza con él" recordaron los manifestantes, para reclamar que "el paso del tiempo no sea la sombra donde se escondan estos seres sin escrúpulos ni dignidad".