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Emiliano Álvarez se ha convertido en el segundo exalumno del seminario "San José" de La Bañeza que presenta una denuncia formal, en este caso en el Obispado de Astorga y no en el Vaticano, sobre los abusos sexuales que presuntamente cometió contra él A. S. C., quien fuera educador durante los años 70 y actualmente párroco en Galicia. Ayer era uno de los que sostenía la pancarta por las calles de Astorga mientras confesaba, emocionado, que "me siguen removiendo los sentimientos". Álvarez tenía diez años cuando, según relata, tomó contacto con su presunto abusador, que era uno de los profesores del seminario. "Tengo su imagen clavada, con la luz de la linterna en la cara y sus gafas doradas" relataba ayer en Astorga. ¿Valentía? "Yo no soy valiente, lo ha sido el chico de Granada que empezó con todo esto y mi compañero que denunció a Ramos Gordón. A mi hasta me ha venido bien porque es un miedo más al que debo enfrentarme en mi vida por algo que me ha marcado hasta el día de hoy. Hasta ahora pensaba que era mi mierda, pero no es nuestra mierda, con el tiempo me he dado cuenta de que yo fui una víctima".

Este antiguo alumno de La Bañeza no duda en calificar de "hipócrita" la actitud de la Iglesia y apela a la justicia ordinaria para que "airee lo que ha ocurrido en este seminario y en muchos de toda España porque lo que hemos vivido nosotros le pasó a muchos chicos".

Y ese sentir estaba entre los hoy ya adultos que se manifestaron ayer ante el Obispado de Astorga. "Tanta culpa tienen los que abusaron como los que lo sabían y no hicieron nada por ayudar" proclamaba Rubén Darío López. Este antiguo compañero de F. L. certificó los abusos de Ramos Gordón; "todos sabíamos lo que pasaba, el miedo que había por las noches porque este hombre no tenía ningún reparo en pasar las noches haciendo sufrir a compañeros. Yo, como muchos, dormíamos boca abajo, con el ojo abierto por si te tocaba. Pero, claro, en cuanto cogió a tres o cuatro, o cinco o seis, los tenía callados y ya sabía a dónde ir".