Un febrero más, las águedas de Andavías se atrevieron a desafiar al fuego, y volvieron a vencer. Las mujeres revivieron el salto del piorno, un ancestral rito cuyos orígenes se pierden en los siglos. La cofradía que alberga a todas las mujeres casadas de la localidad conserva documentos que datan de 1813, pero se cree que sus raíces son mucho más antiguas, y bien hondas, pues las tradiciones de las águedas andavianas han sobrevivido a diferentes prohibiciones a lo largo de la historia por "revolucionar" demasiado el pueblo con sus gritos y sus bromas, consideradas "excesos" en algunas épocas. Por eso, las hermanas procuran cuidar hasta las costumbres que parecen más pequeñas, como la de visitar a sus compañeras de mayor edad, que ya no pueden participar en la fiesta, para ofrecerles un tarro de melocotones.

La cofradía cuenta en estos momentos con 32 hermanas, son en el fondo un gran grupo de amigas que lleva desde el viernes homenajeando a su patrona, una intensa semana de fiesta que a alguna le ha pasado factura en la garganta y en la voz. Las celebraciones comenzaron en la iglesia preparando a la santa, pero fue a partir del sábado, día de las vísperas, cuando su pasacalles y su verbena nocturna abrieron la espita de la diversión, que se prolongó durante la madrugada del domingo con la tradicional alborada, en la que además de desayunar las mujeres aprovecharon para meterse "un poquito" con sus maridos. El jolgorio continuó tras la misa en honor a la patrona, pero el momento más característico de las águedas de Andavías llega en la tarde del día posterior.

Las hermanas volvieron a enfundarse ayer lunes las camisas de lino, las enaguas y los manteos para plantarle cara al fuego. Las águedas y los paños de sus trajes sobrevivieron otro año a las llamas y a las brasas y todas se lo pasaron en grande cantando, gritando, bailando y saltando en compañía de sus familiares, pues aunque ni los hombres ni las solteras pueden entrar en la cofradía el salto del piorno hoy en día se vive en familia, y más de uno, en masculino, saltó acompañado de las mujeres de la casa.

Roció Fraile y en Miriam González ejercieron este año de mayordomas, y Filipa Bravo fue la jueza. Cuando se apagó el piorno las mayordomas salientes dieron la enhorabuena y pasaron los mandos a Conchi Pardal y Carolina Carrión, que se encargarán de organizar las fiestas del 2018.

Hoy las águedas pondrán fin a sus fiestas corriendo el gallo, un auténtico carnaval que termina con la única cena en la que sí pueden participar los maridos.