Las aves, algunas protegidas, siguen estando en el punto de mira de los desalmados que las eliminan en masa por considerarlas animales dañinos. A algunas aves rapaceslas hacen causantes de la desaparición o merma de especies aprovechables, especialmente para el ejercicio de la caza como son las perdices, las codornices, las palomas, las liebres y los conejos. A otras aves las sentencia a muerte por hacerlas culpables de los daños a los cultivos.

Esta vez el negro episodio sucedió en un coto de la comarca de La Guareña, y fueron responsables del Servicio de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, en Zamora, quienes el pasado jueves se tropezaron con la prueba del delito.

Tras el descubrimiento del cuerpo de varios cadáveres de aves en un pago de la Guareña, Medio Ambiente ha alertado a la Guardería Medioambiental de "una nueva práctica de envenenamiento". Lo pone en conocimiento de agentes de campo, celadores y demás personal para que reparen en que el veneno sigue en vigor y, además, que se intentan encubrir las pruebas y no dejar rastro de las mismas.

Sin muerto no hay caso

El caso fue advertido el pasado día 19 de enero cuando dos técnicos hacían una labor de seguimiento por la zona y se encontraron varios cadáveres "supuestamente envenenados". El hecho de no ser agentes de la autoridad, y que el agente medioambiental se hallara en otro punto, les llevó a dar aviso del hallazgo a la Guardia Civil. Sucedió que cuando los agentes de la Benemérita llegaron al lugar "los animales habían desaparecido", y lo único que encontraron sobre el terreno fueron "unos guantes" que supuestamente el autor o los autores que perpetraron la eliminación de las aves habían utilizado para la recogida de los cadáveres.

Los técnicos que tropezaron con el lamentable suceso, no obstante, tomaron fotos que acreditan la mortandad de los animales, aunque de momento ningún organismo de la Administración parece ser ha tomado cartas en el asunto porque, al desaparecer los cadáveres, el caso se esfumó y no es posible determinar el origen del posible envenenamiento. "Si no hay cebo o cadáver no hay caso" expresan. En estos momentos existe en la provincia de Zamora -y en toda la comunidad- una intensificación de la vigilancia de aves debido a la detección de algunos casos de gripe aviar en los países europeos de procedencia de aves migratorias, con dos ánsares comunes hallados con la patología en las lagunas de la Nava (Palencia).

La aparición de varias aves muertas responde, en una primera impresión, a la intencionalidad de erradicar del terreno especies que se alimentan de presas integradas en los planes de caza, o que devoran los cultivos. Águilas, milanos, búhos, y otras aves que sobrevuelan las campiñas y superficies cerealísticas no son admitidas por quienes se consideran dueños y señores absolutos de la fauna, estiman como insuficientes los planes de descaste de predadores autorizados por la Administración, y se toman la justicia por su mano.

La eliminación de predadoras es una práctica denunciada una y otra vez, especialmente por las organizaciones conservacionistas, y que la propia Administración trata de controlar o erradicar con el endurecimiento de la normativa. Esto lo saben los autores de la tropelía y por ello proceden, como es el caso, quitándolas del terreno.

Llama la atención la rapidez con la que fueron retiradas del escenario las aves sacrificadas, y las sospechas recaen en todo prójimo porque, parece ser, existía la firma voluntad de quitar el cuerpo del delito del medio para evitar las denuncias y las medidas cautelares sobre el coto, que puede ser la suspensión de cazar durante varios años hasta comprobarse una recuperación de los daños faunísticos causados. ¿Acertaron los técnicos a adelantarse a los delincuentes a la hora de ver los hechos? ¿Cómo fue para adelantarse a la Benemérita los presuntos autores de la escabechina y, posiblemente, también de la recogida? ¿Estaban vigilantes? Son preguntas que se hacen unos y otros al respecto, y que pone en evidencia que en el medio rural, despoblado y que parece muerto, existen todavía ojos avizores.

El uso del veneno es uno de los métodos despreciables por el impacto que puede tener no solo sobre las especies a las que va dirigido, que en el caso de las aves rapaces suele insertarse en carne para evitar que otras aves no carnívoras lo consuman. El veneno tiene unos efectos letales en la fauna y en estas fechas es más que efectivo sobre especies que incluso se concentran en alamedas, choperas u otros arbolados utilizados como dormideros. Pero también conlleva una intoxicación que puede afectar a lo doméstico.

"Actuación inmediata"

En su "informe del veneno en España", elaborado por WWF y SEO/BirdLife y que abarca desde 1990 al año 2013, se da cuenta del análisis de la mortalidad con cebos envenenados de 18.503 animales en 8.324 episodios. Con ser alta la siniestralidad, las organizaciones conservacionistas consideran que no es más que "la punta del iceberg", por ser numerosos los envenenamientos no registrados. En su criterio, sería más atinado hablar "de 185.000 animales envenenados, a una media de casi 9.000 muertes al año".

La Consejería de Fomento de la Junta de Castilla y León reparó en estas "lesivas" prácticas y aprobó el año 2011 "la Estrategia Regional de Castilla y León para la lucha integrada contra el uso ilegal de cebos envenenados en el medio natural", de vigencia indefinida. El Parlamento europeo y Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad también lo tipifican como delito el uso de cebos envenenados.

Para Medio Ambiente "la gravedad del uso ilegal del veneno en el medio natural requiere de actuaciones inmediatas", y requiere un Plan de Acción integral, que va más allá de la mera sanción del delito.