Villarino Cebal, bonita y acogedora población alistana perteneciente al municipio de San Vitero, se ha convertido en el pueblo con menos población de Aliste: solo quedan ya 3 empadronados. Sin embargo, es un pueblo que se resiste a morir y ha creado una cuenta en Facebook donde residentes, emigrantes y sus hijos se han marcado un objetivo: luchar por la supervivencia. Definen al pueblo como "preciosa aldea a los pies de la Sierra de la Culebra" y ayer sumaban ya 3.247 amigos, algo que ningún pueblo de la comarca de Aliste, Tábara y Alba había conseguido.

La iniciativa surgió a raíz del reportaje "El pueblo que se resiste a desaparecer", publicado por LA OPINIÓN-EL CORREO el día 27 de agosto de 2016, con motivo de las fiestas de San Bartolo, como homenaje a sus hijos, vecinos y emigrantes, que se unieron para celebrar su día grande con la agrupación folclórica alistana "Manteos y Monteras", con la particularidad de que ese año Villarino fue el único pueblo de la Raya sin verbena popular.

En el pueblo quedan actualmente solo tres personas, un viudo, José Manzanas, de 94 años de edad, y dos solteros, Anastasio González "Tasio" y Domingo Fernández con alrededor de 60 años, que comparte residencia con San Vitero.

Visitar la cuenta de Vilarino lleva a conocer estampas de tiempos pasados con su singular encina "trilliza" abriendo el camino a épocas de trillas y acarreos, de niños y fiestas patronales, que cada año se reviven. Villarino se resiste a morir y ya son miles, amigos de Zamora y de tierras lejanas que están dispuestas a apoyar a los últimos del histórico pueblo para salvar su historia, vivir el presente y mantener la esperanza en ese futuro que se vislumbra, cuando menos, incierto e incluso alguno de sus últimos moradores cree que es la crónica de una muerte anunciada.

Ayer, tras la fría noche, el sol calentó en Campo de Aliste y animaba a salir al paseo y a la tertulia a la solana. Mientras en pueblos cercanos, San Vitero, San Cristóbal, Palazuelo de las Cuevas o Grisuela los vecinos tomaban el sol, en Villarino Cebal las calles rebosaban soledad y tristeza, hasta que pasadas las dos un hombre llega por la carretera de San Vitero.

Es el cura Fernando Lorenzo Martín, responsable de la Unidad de Acción Pastoral de Sarracín a la que pertenece Villarino. Acude una vez al mes a decir misa: "Hoy vengo porque tenemos un funeral". El martes fallecía uno de sus últimos y más longevos vecinos, Gregorio González Salvador, persona muy querida y apreciada por todos, que ya residía fuera.

El párroco aprovechó para visitar al abuelo de la localidad, "¿Qué tal andamos don José? He venido al funeral de Gregorio". El anciano fue parco en palabras, que sonaron a sentencias: "Yo bien, pero vamos mal, no será el último funeral. Somos pocos y cada vez quedamos menos. Esto se acaba". Y Fernando Lorenzo se fue a barrer un poco la iglesia de San Bartolo que daba en ultimo adiós a uno de sus últimos feligreses.