Salmuera de la quitanieves para minimizar el efecto del hielo en las vías de comunicación y mitigar los posibles riesgos para los conductores, y casi al mismo tiempo los helicópteros vertían agua de sus bolsines para sofocar los incendios que se apoderaban de la zona.

La comarca de Sanabria no puede ofrecer mayor contraste en un de invierno sin precipitaciones y soleado como el de ayer, con temperaturas de hasta 15 grados bajo cero y dos incendios en Aciberos y Justel. Términos que se suman en la trágica estadística de los que han registrado fuegos: Hermisende, San Martín de Castañeda, San Martín de Terroso, San Ciprián de Sanabria, Folgoso, Molezuelas de la Carballeda, Barjacoba, Porto y algún otro más que se escapa a la lista extraoficial.

Cerca de un millar de hectáreas han ardido desde el mes de diciembre en una veintena de incendios y conatos, un balance extraoficial de los incendios en la comarca de Sanabria, que como la epidemia de gripe en los consultorios se propaga y se contagia desde Galicia, Montesinhos, León hasta Sanabria.

El último incendio en San Ciprián de Sanabria calcinó 90 hectáreas el pasado 13 de enero, y con el agravante de intencionado sin ninguna duda. Dos puntos de inicio a uno y otro lado de una vaguada dejan clara la intencionalidad.

Los dos últimos incendios se produjeron ayer. En Aciberos el fuego que comenzó la noche del martes calcinó unas 8 hectáreas de matorral y pequeñas manchas de arbolado. El fuego movilizó los escasos medios disponibles una brigada de trabajadores forestales, dos agentes medio ambientales y dos helicópteros.

El fuego, con toda probabilidad intencionado, comenzó a la altura del camino de las Llamas y ascendió desde el paraje de Mallapala. A lo largo de la noche descendió por una de las vaguadas hasta la misma carretera de Aciberos, a la altura del kilómetro 1, donde calcinó unos troncos de robles, que parecen ser una suerte de leña al pie de la carretera.

Los trabajadores del retén se vislumbran prácticamente en la cumbre de la montaña cuando, poco después de las doce y media del día, aparece el primer helicóptero procedente de León, y al filo de la una de la tarde se incorpora un segundo aparato. La carga de agua se hace a escasos kilómetros del punto del incendio, en la balsa situada en las proximidades de La Fraga da Osa, junto al río Pedro. Un cauce estresado por la falta de lluvias. Otro recurso son las lagunas, aunque ayer no hizo falta buscar agua adicional.

Los factores no juegan a favor de la ausencia de incendios. El primero y el más decisivo fue la acción desencadenante de un incendiario, ayudado por un considerable estrés hídrico, una vegetación abundante y matorral seco afectado por las extremas heladas. El viento fue otro factor en contra para las brigadas de tierra y el piloto del primer helicóptero que ya anunciaba que "mucho viento" arriba. Abajo no estaba clara la temperatura por la fuerte helada y el fuerte calor del incendio.

Aún hay más factores negativos. La Junta no tiene Agentes Medioambientales de guardia de lunes a jueves, solo los fines de semana. La media es de 4 agentes medioambientales en estas labores por provincia. Las guardias además solo se circunscriben a las comarcas de riesgo como Sanabria, Carballeda, Aliste y Benavente.

Tampoco hay medios suficientes con tres brigadas de trabajos forestales que están fundamentalmente en labores de limpieza, desbroce y quemas controladas. Si hay un incendio dejan la faena y al fuego. El helicóptero de la base de Rosinos, en base desde el día 15 de diciembre, no estaba ayer todavía operativo. A uno de los incendios tuvo que desplazarse una unidad aérea de Ávila. Solo hay dos carrocetas para toda la provincia, una de ellas es la del Parque Natural del Lago. El dispositivo de vigilancia está desmantelado a estas alturas del presupuesto regional. Se tira de los recursos que se puede para suplir la falta de medios, unas veces de la Guardia Civil otras de los bomberos de los Consorcios de Bomberos provinciales.

Guillermo Tejera, vecino de Aciberos y expresidente de la Junta Vecinal de Montes, pastorea con las vacas al pie del pueblo mientras mira el incendio. A las dos de la tarde "ya lo tienen dominado". Durante los casi 5 años que fue presidente de la Junta Vecinal "logramos que se sujetaran los incendios porque nunca se sabe el daño que puede hacer un fuego", aunque "en el lugar que está no hace daño". Los helicópteros se retiran pero los operarios de la cuadrilla y los agentes Medio Ambientales siguen.

En Justel a las tres de la tarde lo mismo. A falta de los partes oficiales de incendios de las campañas de verano hay que guiarse por las columnas de humo, que a estas alturas pueden ser de un incendio, de una quema controlada o la chimenea de una casa.

"El que tiene la costumbre de prender lo va seguir haciendo, no hay más, por muchas quemas controladas y desbroces que se hagan" se lamenta uno de los hombres de la lucha contra el fuego.