La Confederación Hidrográfica del Duero ha culminado la limpieza de los cauces del río Valderuey y del arroyo Salado en seis municipios. La actuación se ha centrado en el curso bajo de ambos ríos, concretamente en los términos municipales de Monfarracinos, Molacillos y Benegiles en el caso del Valderaduey, y en cuanto al Salado se ha intervenido desde su desembocadura en Molacillos hasta Torres del Carrizal, Cerecinos y Arquillinos.

Los trabajos se han llevado a cabo con una máquina de brazo largo para retirar toda la vegetación que ocupaba el cauce, muy en particular las espadañas o carrizos, que en muchas zonas aún se pueden ver apilados a ambas orillas del río, en algunos lugares los montones alcanzan varios metros de altura.

El río está irreconocible comparado con el aspecto que lucía antes de la intervención, si hace dos inviernos este se veía como un estrecho regato que se abría camino entre los espesos carrizales, ahora el cauce parece haber multiplicado su anchura y el agua corre con fuerza por toda su superficie pese a la situación de sequía. Si hace justo un año, tras unos días de copiosas lluvias, el nivel del río subía hasta entrar en las calles de Benegiles, ahora habría suficiente espacio para que el agua fluyera sin problemas.

Este es el motivo por el que todos los ayuntamientos de la zona llevaban años pidiendo con insistencia que se llevara a cabo una limpieza de los cauces del Valderaduey y el Salado. Algunos de ellos llegaron a redactar de forma conjunta una carta de protesta que remitieron a Confederación y a la Subdelegación del Gobierno. Hacía casi una década que la CHD no llevaba a cabo una intervención integral en esta zona y los carrizos alcanzaban ya varios metros de altura, taponaban los ojos de los puentes en Molacillos y Benegiles, y además eran tan espesos que en muchos puntos se juntaban las espadañas de las dos orillas haciendo honor al apellido de pueblos como Torres o Cerecinos del Carrizal. Las avenidas eran frecuentes, y muchos años, a veces en varias ocasiones, el Valderaduey anegaba tierras de cultivo y explotaciones ganaderas, parte del casco urbano de Benegiles y obligaba a cortar la carretera de Gallegos del Pan y el acceso a Molacillos, obligando a los vecinos a rodear por Coreses para llegar a Zamora. El Salado también provocaba inundaciones en Torres, Arquillinos o Villalba, y muchas veces llegó a cubrir la carretera ZA-1304, aunque el responsable de la CHD en Zamora, José Manuel Herrero, sostiene que la espadaña no es una planta que impida el paso al agua tanto como otras "ya que tiene la capacidad de doblarse", si bien reconoce que se han extraído juncos "con varios años de vida, que estaban muy enraizados".

Los alcaldes de la zona se muestran satisfechos con la intervención, que además se ha extendido a varios regatos y arroyos que vierten sus aguas en estos ríos, mientras que aguas arriba, en pueblos como Aspariegos o incluso en San Martín del Valderaduey y en Villárdiga los vecinos esperan que llegue el turno de sus municipios.