Tábara ha logrado convertir su albergue en uno de los más y mejor valorados de la rutas jacobeas españolas. Mucho ha tenido que ver en ello la llega a la cuna de León Felipe de José Almeida Rodríguez, natural e Venialbo, como hospitalero.

Aprovechando la baja presencia peregrina del pasado mes se ha aprovechado para realizar labores de mejora en el albergue, entre ellas dar una buena mano de pintura a las instalaciones. El cuarto de peregrinos, hasta ahora de dolor blanco, ha pasado al amarillo que será el compañero de los viajeros a Compostela en sus descanso nocturno. Los trabajos han afectado a la colocación de nuevos rodapiés con cenefa en las partes más bajas y sufridas. Así mismo se ha colocado una banda de cenefa en la pared próxima al techo.

Una de las constantes en el albergue tabarés es la desinfección de las instalaciones y siempre que se considera necesario se hace una limpieza en profundidad con la aplicación de vapor a más de cien grados para exterminar cualquier intruso. Entre las medidas contra elementos extraños el pasado año se colocaron en todas las literas fundas antichinches para los colchones.

Otra de las iniciativas pioneras en el albergue tabarés es la confección de colgantes que se entregan a los peregrinos: cruces, maderas y conchas. Con la llega de este año se ofrecerán colgantes de cuero con distintos detalles.

La hospitalidad y fraternidad de la que hace gala el albergue de Tábara lo delata la hucha "Deja lo que puedas, coge lo que necesites", donde dejar dinero o recoger según las necesidades.