Ribadelago recordó ayer a las 144 víctimas de la tragedia provocada por la rotura de la presa de Vega de Tera, el 9 de enero de 1959, con la acostumbrada celebración religiosa que en esta ocasión congregó a casi medio centenar de personas.

El sacerdote Miguel Ángel Orduña dedicó unas palabras a la memoria de los fallecidos durante la gran riada y, como es habitual, los fieles mostraron un gesto adusto. Tras la celebración de la misa se procedió a realizar una ofrenda en el monumento levantado en Ribadelago Viejo, que contó con la presencia de los concejales de la oposición y no del equipo de Gobierno.

Fue un lunes de mercado en El Puente y la cita es ineludible para los vecinos de Sanabria, también para los habitantes de los pueblos de Ribadelago. Fue una jornada de normalidad en la vuelta al colegio de los niños tras las fiestas navideñas, y el árbol de Navidad instalado en la plaza espera que los servicios municipales retiren la ornamentación. Fue un lunes de oración en un día señalado en el calendario de los ribalagueses y la hora habitual del mediodía para la misa se ha trastocado, esta vez, por el guión de un programa televisivo.

Los pocos negocios de Ribadelago Viejo constatan un descenso del número de visitantes fuera de la temporada de verano, especialmente en el último año, por la apertura del Centro del Lobo de Robledo. Un declive que comenzó hace cuatro años con la implantación de la nueva Ley de Pesca que alejó a los pescadores de lugares emblemáticos como el río Tera. "Los visitantes llegan al pueblo y preguntan qué se puede ver, y, salvo el Lago y el paisaje, no hay ninguna propuesta para fomentar y prolongar la estancia de los visitantes. Al pueblo, que era el centro turístico de esta zona, hay quien ya no sube. Ven el Lago y se dan la vuelta hasta la Casa del Parque y camino de Puebla y Robledo" comentan los residentes.

Veinte personas

No hay Centro de la Memoria en recuerdo de los 144 vecinos que perecieron, la principal promesa incumplida por todas y cada una de las administraciones, hace ocho años, que sacaron al escaparate mediático la propuesta más notoria. Promesas que a fin de cuentas se difuminaron. El malestar persiste en el pueblo. En Ribadelago Viejo si no hay oferta para el turismo, los residentes no disfrutan de mayores beneficios. No hay parque para niños ni para mayores "no tenemos cine" dice de forma irónica una de las vecinas. El parque infantil del pueblo nuevo, situado al norte, es un heladero.

Los residentes se quejan de la falta de expectativas, especialmente laborales, en un pueblo donde ahora mismo residen 20 personas, los más pequeños de 8 y 12 años. La mayoría son personas jubiladas y las personas en activo se dedican a los servicios y la construcción. El entorno "está hecho un asco" porque no se destinan ni personal ni presupuesto para tener limpios los montes. En provincias como Ávila "tiene todo desbrozado, y es la misma comunidad autónoma y la misma Junta de Castilla y León". Todavía queda alguna persona del pueblo afincada en Madrid que finaliza sus vacaciones en pocas horas. Habría trabajo todo el año si se preocuparan por estos pueblos, se lamentan quienes alimentan las tertulias al calor del sol.

El panadero es puntual a su reparto por los pueblos. "Cada vez queda menos gente. La mitad se va para no volver" comenta José Manuel González, que reparte el pan y las magdalenas y da fe de la pura realidad. "No hay comercios en el pueblo y para comprar cualquier cosa hay que desplazarse a otros pueblos".

El paseo, en un día soleado, se impone a lo largo de la mañana o cuando se puede. Se planteó la limpieza de unas rutas de senderismo, pero la división vecinal lo impidió. Hay quien aboga por arreglar el camino del Castro, fácil para una familia con niños que proporciona unas espectaculares vistas del Lago. El Museo de la Memoria deja clara esa misma división entre si debía hacerse en el albergue o en Ayuntamiento Viejo. Ni lo uno ni lo otro.

Ribadelago tenía que estar como los chorros del oro, pero no se ha hecho nada que dé un medio de vida digno para las personas que no se quieren ir o quieren volver. "Con 14 años cogí la maleta y me marché fuera a buscarme la vida", expresa un puntual tertuliano.

La única empresa que funcionaría "sería una residencia", afirma un contertulio en la calle, porque "una guardería habría que cerrarla".

La Diputación Provincial de Zamora reafirmó ayer, en nota de prensa, "que mantiene su compromiso de aportar 50.000 euros para la construcción y puesta en marcha del Museo en Memoria de las Víctimas de la Tragedia de Ribadelago, con independencia de las aportaciones que puedan hacer otras administraciones públicas como el Gobierno de España, a través del Ministerio de Fomento, la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Galende".

La presidenta de la Diputación, Mayte Martín Pozo, señala el escrito, "trasmitió este compromiso a los concejales de los grupos de oposición en el Ayuntamiento de Galende en la visita realizada a la futura sede del recinto museístico a finales del pasado verano. Mayte Martín Pozo les expuso entonces que era necesario que el Ayuntamiento realizara una petición formal de colaboración a la Institución Provincial en la que se incluyera un proyecto del Museo".

Sin petición formal

Entretanto, añade, "los concejales presentes se comprometieron a trasladar al alcalde la cuestión, para cumplimentar la petición formal".

La Diputación de Zamora pone de manifiesto que "desde finales de verano hasta la fecha, el alcalde de Galende no ha enviado la citada petición, a pesar de lo cual la Institución Provincial reitera su compromiso para colaborar en este proyecto para homenajear a las víctimas que ocasionó la rotura de la presa de Vega de Tera aquel fatídico 9 de enero de 1969, a sus familiares y todos los vecinos de Ribadelago".