Venialbo celebró ayer con realce y gran gala la festividad local del Baile del Niño, haciendo todos los méritos posibles para conseguir la declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional y, más aún, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

El pueblo fue convocado con un intenso repique de campanas, a cargo del campanero Vidal Casado, que manejó los badajos con admirable maestría y supo arrancar al metal las mejores notas musicales.

El sacerdote Manuel Salvador ofició las funciones religiosas de la misa y de la procesión, que brillaron por la devoción, la vistosidad de los actos y las emociones que irradiaron todos los participantes. Autoridades y ciertos vecinos lucieron ayer capa castellana y trajes regionales para así engalanar el festejo con más solera que ningún otro de esta naturaleza religiosa celebrado en el país, según las fuentes locales. Hay quien lo data nada menos que a la época romana.

Un momento entrañable de la celebración tuvo lugar durante la entrega de las ofrendas en la que intervienen niños que portaron una diversidad de bienes o productos como pan, vino, libros y flores. Los mismos danzantes y los más pequeños, vestidos con la elegancia de los trajes regionales, avanzaron por el pasillo del centro de la iglesia, y portaron juguetes y productos de la Tierra. Es una marcha en que los danzantes realizan bailando al son de la flauta y del tamboril - a cargo de Modesto Martín- hasta llegar al altar donde permanece la imagen del Niño Jesús.

La población vive con especial emotividad el desarrollo de la procesión del Baile del Niño, que tiene lugar desde la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción hasta la ermita. Un trayecto de unos 700 metros. La esencia de esta marcha es que los danzantes avanzan de espaldas al no perder nunca de vista la imagen del Niño, lo que exige una mayor concentración para no perder el norte o la dirección correcta. En la jornada de ayer llamó un tanto la atención que la procesión tropezara con algunos vehículos que ha hecho reflexionar a la población para poner los medios necesarios para que, en próximas ediciones, todos discurra con la armonía y la estética deseada.

Es de gran calado el llamado Baile del Floreo, que se ejecuta en la plaza de la iglesia, al retorno de la procesión, y donde los danzantes bailan en círculo en torno a la imagen del Niño Dios. Este baile es seguido con expectación por todos los asistentes. Aunque la jornada cayó este año en una día laboral, Venialbo registró ayer un importante número de personas.

El alcalde del municipio, Jesús Vara, confía en que a lo largo del año 2017 se consiga la máxima documentación de un festejo que está siendo investigado con gran exhaustividad y sorprendentes resultados, y espera que la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional llegue en el año 2018.