Fue un lejano 26 de diciembre de 1991 cuando, invitado por el entonces alcalde Aurelio Tomás Fernández, llegué a Pozuelo para ver, conocer y dar a conocer al mundo a través de "El Correo de Zamora" al afamado Tafarrón. Poco podía imaginar que aquel sólo era un primer paso de un largo camino. Veinticinco años ininterrumpidos dando fe de la que, sin lugar a dudas, es una de las mascaradas de invierno más singulares y completas de Europa, pues generación tras generación, los padres han trasmitido su esencia a los hijos, los abuelos a los nietos, manteniendo los rituales religiosos, lúdicos, gastronómicos y paganos, juntos que nunca revueltos; haciendo que cada hijo e hija de emigrados los sientan como algo muy suyo.

Esta semana Pozuelo, con el respaldo de su alcalde Jesús Tomás Pino y de los vecinos, solicitará a la Consejería de Cultura de la Junta para su mascarada de invierno la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional de Castilla y León, un distintivo que ya tienen "Los Carochos de Riofrío (Aliste) y "El Zangarrón" de Sanzoles (Tierra del Vino), y que sin lugar a dudas se merece el Tafarrón, como el "Baile del Niño" de Venialbo, por el que tanto lucha su alcalde Jesús Vara. Las costumbres y tradiciones son la esencia pura de nuestros pueblos: un espejo donde mirarnos y vernos.

"El Tafarrón fue, es y será parte de la rica historia de nuestros pueblos y todos, niños, jóvenes y mayores vamos a luchar para que se mantenga viva"