Si esta aventura no sale no será por falta de empeño, perseverancia, hasta cabezonería se puede decir. "Ser ganadera era esto" piensa Almudena Rodríguez tres años después de montar la explotación en Argañín. Podría escribir un libro sobre esta aventura que comienza con el aterrizaje de la familia, Almudena y Mikel junto a dos de sus tres hijos (el mayor estudia en Alemania), hace cuatro años en la comarca de Sayago.

Establecidos en el País Vasco, donde gozaban de una holgada posición laboral como mandos en la cadena de supermercados, la estabilidad económica no compensaba la desatención hacia sus hijos. "Ser mando significaba trabajar de sol a sol. Teníamos dos niños; a Marcos prácticamente no lo habíamos visto y cuando me quedé embarazada de Lucas dije, no quiero pasar por lo mismo" cuenta Almudena. Con los 40 "era el momento de dar un cambio a nuestra vida". Y fue una visita a los Arribes zamoranos la que marcó el antes y el después.

"Aunque yo soy de Salamanca (su marido de San Sebastián) no conocía esta zona, pero nos enamoramos de Sayago". Parecía que las cosas venían de cara pues por aquella época se alquilaba un bar en Fornillos "y pensamos que podíamos empezar por ahí". Así que Mikel y Almudena pidieron el finiquito, vendieron el piso en Bilbao y se vinieron con la idea de montar su negocio o encontrar un trabajo en el sector servicios. "Nunca pensamos en la ganadería" confiesa frente a la responsabilidad de una explotación que, de momento, ha dado más sinsabores que satisfacciones. Porque esta pareja seguida se dio de bruces con la realidad de un mundo rural muy distinto a la idílica idea de quien pasa unos días de asueto.

Ni salió lo del bar, tampoco un intento de reflotar una fábrica de chorizos en Almeida, ni la posibilidad de una casa rural en Argañín, donde viven. "Mil vueltas dimos y nada" cuenta la ahora ganadera. Pasaba el tiempo y los ahorros iban mermando. Mientras él encontraba trabajo temporales ella se puso a hacer un curso de atención a los mayores con la idea de abrir caminos.

Las escasas expectativas les llevaron a montar una explotación ganadera en solitario, tras otro frustrado intento de hacerlo con otros socios de Villamor. "Al final nos vinimos a Argañín con las ovejas". Y aquí comienza otro capítulo, el de hacerse ganadera sin apenas conocimientos del oficio más allá de los que adquirió Mikel en un curso de nueva incorporación.

Hubo y todavía hay quienes "nos toman por locos"; desde la propia familia que no es capaz de entender este paso al abismo cuando se tiene la vida solucionada, hasta los vecinos y ganaderos, sabedores de las dificultades que conlleva hacer viable una explotación. Pero la perseverancia de este matrimonio ha podido más que todas las trabas. Y sin experiencia y un desconocimiento total del oficio se embarcaron en esta aventura en la que tres años después todavía no ven la luz. "El primer año fue horrible" confiesa Almudena sobre ese duro invierno de 2013. Pero la realidad es que, tres años más tarde, las dificultades no han hecho más que agrandarse.

"El dinero que teníamos ahorrado nos lo ha comido la ganadería. Nos recomendaron un crédito ICO que nos ha asfixiado; estamos en un momento en mitad del océano y para atrás no podemos ir; tengo 46 años y solo nos queda remar para adelante". La situación económica se ha complicado tanto que Mikel se ha tenido que poner a trabajar en otra explotación ovina por cuenta ajena. Y Almudena se ha hecho titular de la explotación, con 310 madres de raza castellana de carne. "Estamos aprendiendo a base de tortazos" se sincera Almudena, sin dejar de agradecer el apoyo que reciben de vecinos y otros ganaderos. "En general todo el mundo echa una mano pero al final cada uno tiene que solucionarse la vida".

Ahora con el desafío de la "parición" de las ovejas que "era lo más difícil y estamos contentos porque no hemos tenido prácticamente bajas, pero el problema es el precio. A 4 euros el kilo es difícil que salgan las cuentas y encima luchamos con lo que entra de fuera. No puede ser que produzcamos corderos de calidad y estemos compitiendo con los que salen de naves nodrizas".

Ante semejantes vivencias Almudena reniega de quien sostiene que esto tiene las letras muy gordas. "Es mentira, tiene su miga; ahora es complicado hasta para quien lo ha mamado así que imagínate para los que somos nuevos". La franca exposición choca con las pomposas declaraciones institucionales de apuesta por el mundo rural, contra la despoblación o apoyo a las nuevas incorporaciones. Huecas para quien está viviendo una realidad bien distinta. "Se juega mucho a la ambigüedad y no al mensaje claro" se queja.

Desde que Almudena decidió asumir la titularidad de la explotación que estaba a nombre de su marido, los obstáculos se han sucedido. "Me dijeron, no te preocupes que al ser entre cónyuges no hay problema pero nos está tocando dar mil vueltas y luego ves lo fácil que es cobrar la PAC para gente que no se dedica a esto, que son unos intrusos". Por eso Almudena ha pasado a la acción asociándose a un incipiente movimiento, Ganaderos Ibéricos Unidos, que ha sembrado su pequeña semilla en Zamora, con una mayoritaria representación de mujeres con explotaciones extensivas.

¿Arrepentida? "La idea es seguir luchando. Esto es un sueño y espero que al final lo consigamos. En el pueblo estamos felices y los chicos también. Aunque la situación económica es complicada solo queda remar para adelante".