El 2 de septiembre Miguel Fernández García salió de casa, como cada mañana, para dar un paseo en su pueblo de Gallegos del Campo donde disfrutaba de las vacaciones de verano. Nunca más se supo de él. A la hora de la comida saltaron las alarmas. Desde que a las 10 de la mañana fuera visto por última vez era muy extraño que no hubiera vuelto a casa. A partir de ese momento la familia lanza la alerta y los vecinos de Gallegos del Campo, perteneciente al Ayuntamiento de Figueruela de Arriba, y de los pueblos cercanos iniciaron una movilización sin precedentes que se prolongó durante semanas.

Pero han transcurrido cien días desde la desaparición de este hombre de 79 años y ni las intensas búsquedas del principio ni las posteriores batidas con el apoyo de colectivos como cazadores o seteros han dado resultado alguno. La Guardia Civil, que desde el principio investiga el caso y ha coordinado las búsquedas con grupos de voluntarios, ha contactado en este tiempo alguna vez con la familia. La última para comunicar que habían aparecido unas gafas en el límite entre Mahíde y Gallegos del Campo, pero no guardaban relación con el caso; eran de una persona joven.

El paso del tiempo es el peor enemigo para una familia empeñada en que el caso de Miguel no quede condenado al olvido. La imagen del anciano ya forma parte del mosaico de personas a las que busca SOS Desaparecidos, la asociación a la que ha recurrido la familia en un intento desesperado de dar con el paradero del anciano.

"Salió a pasear como hacia todos los días por el pueblo. Cada vez iba por un sitio diferente, por lo que no sabemos a dónde pudo ir ese día. Salió de casa con el DNI, con unos cinco euros y el móvil" ha relatado su hija a SOS Desaparecidos, en cuya página web aparece la fotografía de Miguel Fernández García y la descripción de la vestimenta con la que salió de casa aquella mañana del 2 de septiembre.

Llevaba un pantalón oscuro, camisa clara color caqui, gorra azul y zapatos de color marrón. Sobre las 15 horas del día que desapareció, su familia le llamó por teléfono pero el móvil no daba señal. "Mi padre tenía un móvil viejo y por esta zona de Zamora no tenemos muy buena cobertura, los repetidores no van muy bien. La Guardia Civil pudo señalar una zona donde podría estar el teléfono, pero es muy extensa y boscosa lo que está dificultando las labores de búsqueda" relata su hija Lucía a SOS Desaparecidos.

Carlos Pérez Domínguez, alcalde de Figueruela de Arriba, ha estado implicado desde el primer momento en la búsqueda del anciano, coordinando las salidas con grupos de vecinos y en permanente contacto con la Guardia Civil. "Sinceramente no tengo ninguna esperanza de encontrarlo; hemos pateado toda la zona y confiábamos en que los perros de los cazadores o los de la cabaña de la sierra, cuando ha bajado, pudieran dar con algún rastro".

Ocurrió con las otras dos personas que estaban desaparecidas por las mismas fechas y cuyos restos ya han aparecido en las cercanías de Rozas y Robleda.

No es el caso de Miguel, del que no se tiene ni rastro. Cien días después la familia pide que "al menos su desaparición no quede en el olvido" reclama su hija, no sin reiterar el "infinito agradecimiento al alcalde y a todas las personas que han colaborado para buscar a mi padre".