Pregón de una fiesta tradicional: el magosto, en un pueblo con tradiciones que conviene no olvidar, o mejor: que conviene repasar con aprecio, con justicia, con brevedad.

Puestos en esta situación, daré gusto a todos, es decir: a los interesados por la Historia, con mayúscula, y a los interesados por las historias, con minúscula. Para todos hay algo interesante que este pueblo nos puede dar.

Comenzaremos agradando a los estudiados, hablándoles de Historia. Y los primeros datos hablan del tiempo medieval. De la corte leonesa, del Fuero de Venialbo, años 1220 o 30; reinando, pues, el zamorano Alfonso IX. Pueblo de Señorío del obispo de Zamora. Situación que largo pervivió, hasta que Felipe II con su firma lo zanjó.

Pero los datos más antiguos son de la latinidad; y, más en concreto, de antes. Los topónimos nos lo dirán. Venialbo primero sin duda fue Peñalbo, que así bien lo respalda la dehesa de Peñalba. Peña y Alba se refieren a lo mismo. Los romanos decían los Montes y antes que ellos (los indoeuropeos) decían los Alpes. Del Peña nos vino el Venia y del Alpe nos vino el Albo. Y si no queda claro que los parientes más antiguos precedieron al imperio romano, otro topónimo viene a demostrarlo.

Nuestro gran río se llama Talanda. Y un tocayo (Talavera) nos indica quiénes usaban tan hermosa palabra. Otra vez los indoeuropeos, antes que los romanos, que decían un sencillo "Tal" para indicar "rivera de agua". Lo del agua siempre fue importante y es cosa de reseñar. Y es el humilde regato Montoya, quien otra vez nos remacha, que los antepasados primeros fueron, antes de los romanos, unos prerromanos llámense paleoeuropeos. Lo que aquí es Mont-Oya en Cáceres es Garganta-la-Olla, en Galicia es Ribadulla, en Asturias es un río Ahio, en Logroño es Ri-Oja. Los cinco hablan de lo mismo, y aclaran bien el asunto: Oia es "barranco montuoso humedecido por un regato fresco, dando un entorno umbrío y selvático".

Y si ya los estudiados quedan satisfechos, que se avengan con nosotros, que vamos con las historias, acaso con no menos antigüedad.

Era de tradición en Venialbo, que acabada la boda, fueran los novios y detrás la parentela, a beber un trago de agua a la Fuente del Cuerno, nombre que nos indica con qué vaso invitaba el pariente a la parienta. Empezaba una nueva familia y el gesto buscaba propiciar salud y fecundidad. De tan curioso rito hay otro pariente, de nuevo en tierra extremeña, el pueblo se llama Alange, vecino de la latina Mérida, siendo famoso por su balneario. También allí fue tradición, que tras la boda los novios y allegados se llegaran hasta una cueva llamada "Pata del Buey", por cuatro grabados que algo así dibujan, y ante la que echaban un baile, teniendo toda esa algarabía idéntica función, de propiciar la fecundidad. Sencillas historias, pero ¡ojo! de tradición milenaria. Que les gustará a los turistas, y a los antropólogos, más.

Ya pasé de la mitad, y ya no puedo parar. Hace un siglo ya, una salmantina, Blanca Gala, prendió la mecha del arte escénico, con provecho del lugar. Aquí casó con Eladio de Paz, y además de familia fundaron Compañía, de nombre bien singular: "Los más vivos", en la que se juntaron los cinco hermanos Eladio, Benita, Candelas, Esperanza y Blanca. El siglo XX acababa de empezar. Grande fue la saga familiar y las ganas de representar, porque al cabo fundaron nuevas compañías, que fueron las de Octavio Ramos de Paz, los chicos de Lucinia Ramos de Paz y finalmente la que formaron Blanca de Paz con Matías Sánchez, y que se hicieron llamar "Los zamoranos (de Venialbo)". Vaya talante hay en Venialbo, donde a una primera se sumaron tres compañías de comedias, de una misma saga familiar. Los vio media Castilla incluido el Madrid capital, y aún al cine iban a llegar. Fue Matías Sánchez quien bordó dos personajes de honda significación: nada menos que el pellitero en la de "El motín de la trucha", nada menos que el propio cura retratado por Unamuno en "San Manuel Bueno, mártir".

Y todo esto ¡qué bien nos lo contó el cronista Jesús Vara!, un 9 de enero de 2000, en "La Opinión-El Correo de Zamora". Fue su interés que no se olvidara, el haberse aclamado a Venialbo como "el pueblo de los comediantes".

Y para rematar yo también voy a contar, el último negocio que nos traen los del lugar. Viene de antiguo y pervive. De lo primero seré breve, de lo segundo vengan a verles. Es en el tiempo mágico desde la Navidad al Día del Año, en concreto el 27, cuando salen a hacer unas venias, que resulta ser un baile notablemente particular. Su ritmo y sus pasos apuntan muy atrás, como que de tiempos romanos y de ambiente militar. Lo dice un libro muy grueso de reciente editorial, y dice algo más: que en la zona zamorana están dos buenos ejemplos, que aclaran todos los demás. Y como que la unión hace la fuerza, y como que son señas de identidad, bien sabe el señor alcalde que los vecinos de Venialbo y de Sanzoles han de ir a la par, y no acobardarse hasta alcanzar la categoría que se merecen sendos bailes: la de patrimonio inmaterial de la humanidad, y por tanto: la de fiesta deinterés internacional. Cierto que es mucha responsabilidad, y hay que colaborar. Pero así nos lo ha entregado la Cultura Tradicional, la Hispania visigoda y la Iglesia Martirial.

¡Ea¡, practiquemos ya el magosto, que también es fiesta antigua, y con buen protagonista: la castaña. Fantástico fruto con tres virtudes: es comida sana, dicen los dietistas; es charla amistosa, dicen los antropólogos; y es valioso ecosistema, dicen los biólogos. Así visto es de justicia reclamar tres vivas y acabar este pregón. Vayamos por orden: viva la Cofradía Ibérica de la Castaña, viva el Centro de Iniciativas Turísticas, viva Venialbo.