Otra propuesta de los conservacionistas es "fomentar la coexistencia entre el lobo y la ganadería extensiva". "Esa compatibilización, precisan, pasa por reconocer y admitir la presencia de lobos en el paisaje ajustando las prácticas ganaderas en consecuencia, en lugar de apostar por el permanente estado de excepción y conflicto que supone una gestión basada en los controles de población para tratar de minimizar la depredación sobre ganado". Otra propuesta es "aplicar un sistema justo de compensaciones al sector agroganadero condicionado a compromisos ambientales". "Los sistemas de compensaciones y de seguros por depredación sobre ganado deben estar condicionados a la adopción previa de medidas preventivas". Otra propuesta de los colectivos conservacionistas aboga por "reducir los efectos negativos de la actividad cinegética sobre el lobo. Resulta necesario revisar el modelo cinegético, su gestión y control, ya que el proceso de intensificación y artificialización de la caza, especialmente en el sur peninsular, donde el lobo es considerado por la Unión Europea como especie de prioridad máxima, supone una grave amenaza para su conservación, fundamentalmente por la generalización de los vallados cinegéticos, lo que unido a la utilización de métodos no selectivos de caza y a su persecución directa, lo han hecho desaparecer casi por completo, incluso de la propia Red Natura 2000". La presencia del lobo en estas áreas debe ser valorada de forma positiva, ya que contribuye de forma decisiva a mantener el equilibrio de las poblaciones de ungulados, reduciendo las altas densidades que se registran en las zonas valladas y suponen un problema para el medio (por el exceso de presión sobre la vegetación o la transmisión de enfermedades)".