La Tornaferia puso ayer el broche a los dos martes consecutivos de mercado que tienen una cita inexcusable en el calendario de Fuentesaúco. Si la Feria de los Santos del 8 de noviembre reunió en la capital de La Guareña a compradores y visitantes llegados de todo el entorno, la Tornaferia suele tener un carácter más local, con menos puestos pero conservando la esencia de los sabores y costumbres de antaño.

Tradicionalmente este martes siguiente a la Feria de los Santos solía aprovecharse para cerrar tratos, dar la salida definitiva al ganado y vender los últimos productos. Desaparecida la etapa de esplendor agrario y ganadero, Fuentesaúco conserva esta feria adaptada a la nueva realidad y son las mujeres de la Coral Saucana Guareña, junto al Ayuntamiento de Fuentesaúco y con la colaboración de la Asociación de Mujeres, quienes se encargan de dar vida a un peculiar mercado donde predominan los productos gastronómicos elaborados artesanalmente.

Las casetas situadas en el centro de la Plaza Mayor evocaban antiguas tradiciones. Allí estaba la castañera asando castañas para venderlas en su punto, la taberna con un surtido de exquisitas tapas y platos, dulces artesanos, hornazos, almendras o "el barato", un minibazar con enseres de lo más dispar. También la pastelería, donde las cocineras dieron cuenta de su buena mano con extraordinarios postres. De los oficios de antaño llamaba la atención el puesto de jabón casero, elaborado por Mª Pilar Hernández con la receta tradicional a base de manteca, sosa, detergente y agua. Las múltiples propiedades lo convierten en un producto muy demandado en la feria, donde se vendía la porción de jabón a 1 euro.

Después de varios días de trabajo, las mujeres ponen a la venta los productos y la recaudación sirve para financiar las actividades que a lo largo del año lleva a cabo la Coral Saucana. "Todo lo hacemos nosotras, con mucha ilusión y así queremos mantener la Tornaferia" explicaba Cándida Vázquez, presidenta de la Coral.

También se apuntaron a este martes de mercado, industriales de queso, chocolate o delicatessen llegados de otros pueblos, así como ajeros o los omnipresentes garbanzos de Fuentesaúco que repiten su participación en una plaza muy atractiva para la venta de productos de la tierra. El espléndido día favoreció la animada participación.