Fue, es y siempre será esta tierra de ganaderos, de pastores y zagales, vaqueros y reveceros, que hicieron de un trabajo duro y sacrificado, ojo avizor de sol a sol, de la anochecida a la amanecida, un oficio digno, del que sentirse orgullosos, aun siendo conscientes que cada día les toca luchar contracorriente, bajo tormentas de rayos y mil truenos y la incertidumbre de los mercados, casi siempre manejados, a veces a su antojo, por quienes no saben lo que cuesta cuidar las ovejas y criar los corderos hasta venderlos y sacar unos euros para vestir, comer, pagar la seguridad social y los estudios a los queridos hijos.

Ganadería y pastores son parte no prescindible para esta tierra, en sus manos está que los campos no se nos mueran de soledad camino de la triste muerte del olvido. Las castellanas, "Blanca", "Negra" y "Rebitajada" tienen en sus manos, bocado a bocado, evitar que montes y praderas se conviertan en infiernos de malas hierbas que alguno desde su despachos mal llamará Reserva de la Biosfera. El pastor limpia fuentes y levanta puentes y pariciones condenados a la indiferencia que maldecía san Agustín. Instituciones y ciudadanos debemos apoyarles, porque se lo merecen y porque en sus manos esta el futuro de los pueblos. Médicos e ingenieros, arquitectos y virreyes, esta tierra, la nuestra, ha dado grandes hombres y mujeres, que hemos salido adelante en la vida gracias al sacrificio de nuestros padres y madres, agricultores y ganaderos, a mucha honra. Un pobre desgraciado es quien olvida sus orígenes, porque para saber a dónde vamos, nunca debemos olvidar de dónde venimos.