El alcalde de Quintanilla del Olmo, Carlos Peláez San Román, ha anunciado a los vecinos del pueblo su intención de dimitir después de nueve años al frente del Ayuntamiento más pequeño de la provincia de Zamora, de 32 habitantes. Las razones, el cansancio acumulado tras casi una década realizando desinteresadamente las tareas que exige el gobernar un municipio, y varios enfrentamientos con algunos vecinos sucedidos en las últimas semanas, que han llevado a Carlos Peláez al "hartazgo" y a plantearse el abandonar la política.

"La gente cree que ser alcalde es solo firmar cuatro papeles que te rellena la secretaria y mandar, pero es algo que te roba muchas mañanas y muchas tardes, muchos viajes a Zamora, y exige preocuparse por todos los vecinos, la gente esto no lo valora, eso sí, en cuanto pasa algo malo el alcalde es el responsable", se desahoga Peláez, a quien cada vez le pesa más la vara de mando.

La "gota que colmó el vaso", para el regidor dimisionario fue un "rifirrafe" surgido la pasada semana con tres vecinas mayores. El pueblo dispone de un salón social que todos usan para reunirse cuando lo necesitan, los más jóvenes suelen juntarse allí a cenar los fines de semana y tienen una nevera que encienden a partir del jueves para enfriar la bebida. Según relata el propio alcalde, tres mujeres que jugaban la partida la desenchufaron porque creen que gasta mucha electricidad, "cuando entré para volver a enchufarla y les pregunté por qué lo habían hecho me espetaron que "tenemos el mismo derecho que tú porque el pueblo es de todos", asegura Peláez, que entonces insinuó a las señoras que también "podrían ayudar a barrer las calles", a lo que habrían contestado airadas "que eso es mi obligación, que por algo soy alcalde", asegura "muy cansado" de este tipo de actitudes.

Esta anécdota ha originado en el pueblo un malestar del que Peláez espera salir con su dimisión. Otro vecino, según ha sabido este diario pariente de una de las implicadas en el asunto de la nevera, recientemente cortó el agua en buena parte de la localidad para cambiar un grifo en su casa. "Para hacer algo así lo normal es solicitar permiso al Ayuntamiento, y este avisa a todos los afectados, pero aquí algunos no se lo toma en serio", asegura el alcalde.

La política y la confianza que todo el mundo se tiene en un pueblo tan pequeño como Quintanilla no parecen buena combinación. "Aquí todos somos familia y paso de estar peleado con medio pueblo, te cruzas con uno y ya no te saludas, con otro no te hablas como lo hacías antes porque has hecho algo que quizás le ha molestado, eso no me gusta, yo antes no era así", expresa apesadumbrado Carlos Peláez. Precisamente otra de las razones que han influido en su decisión es que los problemas del Ayuntamiento comienzan a afectar también a su familia, "muchas veces las quejas se las comen mis padres, porque si no me encuentran a mí van a su casa, ellos no tienen necesidad de escuchar ciertas cosas".

El alcalde aún no ha hecho efectiva su dimisión porque no tiene su sucesión asegurada, pues no parece que ninguno de sus compañeros en la Corporación Municipal esté dispuesto a asumir la Alcaldía, los concejales José Luis Rojo Bogónez y Cristian Blanco Martínez trabajan por las mañanas y no creen que puedan compatibilizar el cargo con sus obligaciones laborales. La idea de Carlos Peláez era "celebrar elecciones anticipadas y que se presente quien quiera", pero "según me ha informado la secretaria esto no funciona así, si dimitimos los tres el municipio queda bajo administración de la Diputación Provincial hasta las próximas municipales", algo que hace temer a los vecinos, y al propio regidor, que el pueblo perdería su independencia. Quintanilla del Olmo ha logrado conservar su propio Ayuntamiento pese a contar con solo 32 habitantes, algo que llama la atención porque en otras partes de la provincia localidades con bastantes más vecinos son pedanías de un pueblo mayor, por eso temen que si caen bajo administración de la Institución Provincial esta aproveche para anexionar Quintanilla a algún municipio cercano de mayor tamaño como Villalpando o Villamayor de Campos. "Sería una pena porque el Ayuntamiento está en una situación financiera buena, y si pasamos a depender de un pueblo más grande no sé si se el nuevo Ayuntamiento se acordaría de esta treintena de vecinos cuando necesitemos algo", lamenta Peláez.

Ante esta tesitura, el alcalde de Quintanilla reconoce que "tengo que elegir entre seguir siendo alcalde los tres años que restan de mandato o dimitir asumiendo que podemos acabar siendo una pedanía", pero asegura que "no puedo más" y "antes de Navidad lo habré dejado, y que pase lo que tenga que pasar".

Quintanilla del Olmo tiene 32 habitantes empadronados, 16 mujeres y 16 hombres, según los últimos datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística, y 19 de ellos superan ya los 70 años. La persona más joven tiene 36 años, y la media de edad es de 66. Este acuciado envejecimiento hace pensar que en un futuro no demasiado lejano lo que quede de este pueblo pasará a formar parte de un municipio más grande.

Carlos Peláez llegó a la Alcaldía tras ganar las elecciones de 2007, desde entonces, asegura, él mismo viene desempeñando la mayoría de las funciones. Repitió como cabeza de lista del PP en 2011 y de nuevo en 2015. Durante cuatro años ejerció también como presidente de la Mancomunidad del Raso de Villalpando, ganando la elección de este cargo al entonces teniente de alcalde de Villalpando, Antonio Boyano. En 2015 fue uno de los fundadores de la Asociación comarcal en defensa de la sanidad pública de la Zona Básica de Salud de Villalpando.