Un vecino de Calabor, Antonio Fernández Chimeno, reclama al Coto de San Roque, gestionado por el Ayuntamiento de Pedralba, 600 euros de daños provocados por la fauna. La reclamación se presentó en el Ayuntamiento el pasado 16 de septiembre. Es la pescadilla que se muerde la cola: los ciervos son de la Reserva -o al menos se han expandido desde ahí-, la gestión de la caza mayor es del Ayuntamiento y la sociabilización de los daños y pérdidas recae en los vecinos con cultivos en la Reserva y pueblos aledaños, como Calabor. Y mientras, se empieza a desarrollar un incipiente turismo de berrea.

De las 11 parras que Antonio Fernández plantó hace cuatro años en el paraje de El Barreiro, en el camino de Los Baños, no ha recogido ni una uva en las dos últimas cosechas. En los dos últimos años los ciervos han impedido que broten las plantas y si lo han conseguido las parras no han prosperado. De esta finca de parras obtenía entre dos y tres cajas de uvas nuevas que se destinan para elaborar vino casero, en una comarca como la de Sanabria, donde son contados los puntos geográficos con un clima lo suficientemente benigno para ver crecer las uvas. Estos días está a punto de comenzar la cosecha donde tiene preferencia una variedad autóctona, que los locales denominan "Rey".

En el paraje de Los Linares la situación en la misma con 14 parras de unos cuatro años donde suele recoger entre 4 y 5 cajas para el consumo de casa. El año pasado no entraron pero este año ni los artilugios de cuerdas ni los plásticos han frenado la entrada de la fauna. Alguna parra de Los Linares se ha salvado pero con pocos resultados.

La solución es vallar las fincas como han hecho otros propietarios aunque, dado el tamaño de las fincas y la producción, vale más el collar que el galgo, que diría el refranero popular. Enrejados de metro y medio de altura -y de ahí para arriba- pueden disuadir a los cérvidos, pero por debajo de las alambreras penetran los jabalíes.

La fauna campa a sus anchas "los tenemos en medio del pueblo" se queja Antonio. Todos los vecinos han sufrido daños pero no son dados a reclamar ni a contarlos.

En las Porfías y Llama de Francos los animales han partido los árboles nuevos de castaños, de 3 ó 4 años. Los corzos no provocaban daños en el arbolado, pero desde la irrupción de los ciervos desde la Reserva de la Sierra de la Culebra, donde Calabor tiene buena parte de su término, no se salva ningún árbol.

Otro vecino del pueblo, José del Campo del Río, se suma al relato y da perfecta cuenta de la acción de los ciervos, al tener que abandonar el cultivo de árboles frutales. Manzanos, ciruelos y perales de nueva plantación en una finca cercana a casa han sucumbido a la costumbre de los ciervos de frotar su cornamenta para marcar el territorio. Los únicos árboles que no han tocado han sido los nogales y los cerezos. "Los tenemos metidos en la cocina y cualquier día nos van a echar a nosotros de casa" afirma José. La evaluación de daños en el Arial del pueblo y las Cortinas de La Majada es tal que no se salvan ni las judías.

Eso sí, para asistir al espectáculo de la berrea no tienen que hacer desplazamientos turísticos, con ponerse en medio del pueblo y estar atento a una vertiente y a otra es suficiente.