La Festividad de Nuestra Señora de los Remedios hizo honor a su sobrenombre, Patrona de la comarca, y reunió un año más a numerosos sanabreses en el santuario de Otero de Sanabria para festejar la última romería del año. La tarde previa del sábado, numerosos vehículos se concentraron en la explanada para recibir la bendición a lo largo de la ruta. La patrona sanabresa está al cuidado de caminantes y de carromatos y vehículos, y los conductores depositan su confianza en su protección, como demuestra la afluencia al sencillo acto de la bendición.

El camino hasta el santuario comenzaba al amanecer cuando cientos de personas tomaban carretera y manta desde los pueblos más cercanos, pero también los más alejados, y se ponían en marcha en peregrinación. Un trayecto de una docena de kilómetros, desde Requejo, Terroso, o El Puente y tal vez más corto desde Puebla, Robleda o Palacios. El viaje fue provechoso para algunos que tropezaron con cucurriles en el camino y llegaron al santuario con singular ramo.

Poco después de las dos de la tarde, la Virgen dejaba atrás su pedestal de flores y salía del templo a hombros de los Cofrades de la Hermandad, de aniversario para conmemorar sus bodas de platino, seguida de devotos y fieles. A medida que avanzaba por la nave central, y pese a la prohibición, las manos tocaban el fino manto y los flecos a su paso. El manto azul y oro al relucir bajo un sol radiante sobrecogió a más de uno y provocó los rezos y las muestras de gratitud al ver traspasar el umbral del templo.

Los gaiteros y tamborileros de la comarca acudieron una vez más al acompañamiento de la procesión. Las autoridades encabezadas por el alcalde de Palacios, Jesús Fernández, y el vicepresidente de la Diputación, Aurelio Tomás, además de alcaldes y concejales de numerosos ayuntamientos acompañaron los actos dentro y fuera del templo.

El templo se llenó no solo para la misa mayor concelebrada de la una de la tarde, sino que el lleno fue constante a lo largo de toda la mañana en las misas programadas y durante el sencillo acto de aproximarse a besar el relicario o la cinta de la imagen. Jóvenes y no tan jóvenes inmortalizaron en un "selfi" su visita a la Virgen.

Muchos peregrinos después de llegar al templo daban por cumplida la promesa y participar en la misa de ese momento. Los más mayores se conformaban con menos, estar ante la Virgen unos minutos por no poder acompañar la procesión ni el tumulto del mercado.

La otra cara de la fiesta estaba en el mercadillo que copaba las dos arterias de entrada a la campa del santuario, con las mercancías de temporada otoñal como cestas, frutos secos, pimientos, ropa de abrigo, etc?hasta los productos más intemporales. Y si algo es imperecedero en las romerías de Sanabria es el pulpo que ayer desaparecía de los calderos como por arte de magia. Hasta los más pequeños se aficionan, en un día de fiesta como el de ayer, a dar cuenta de este plato de alto copete en romería. El día entre primaveral y casi veraniego propició que los prados se poblaran de comensales con el almuerzo? y a la espera de que llegaran los recaderos con el pulpo.