Los bomberos de Rionegro del Puente rescataron ayer tarde de las aguas del embalse de Valparaíso, a la altura de Manzanal de Arriba, el cuerpo de un vecino de Folgoso de la Carballeda cuyo nombre responde a las iniciales J. L. L. El hombre, de mediana edad, llevaba varios días desaparecido, algo que no alarmó a sus vecinos, ya que vivía solo "y a veces no le veíamos en varios días porque pasaba largas temporadas en Puebla", comentaban ayer en la localidad.

Por otra parte, se retomaron las labores de búsqueda en Robleda. "Solo puedo dar las gracias a toda la gente que ha venido". Así expresaba su gratitud Montserrat Ferrero García a las personas que se reunieron para intentar dar con algún indicio de su madre, Felisa Ferrero García, de 91 años y desaparecida el 31 de julio, aunque su residencia habitual era en Ilanes, su pueblo natal.

A su gratitud se suman sentimientos encontrados por la ausencia de su madre, y el hecho de que apareciera en Rozas María del Carmen Carracedo Sotillo, desparecida el 3 de septiembre, le ha quitado el sueño y la ha hecho pensar. Montserrat buscaba ayer "algo pequeño", cualquier indicio, algún jirón del vestido, el calzado. Con la misma idea iban el resto de ojeadores, que repetían recorrido tras el largo verano. Días antes reconocía que no tenía fuerzas para salir a buscar por el monte, pero ayer su ánimo amaneció con otro talante. Se estableció un vínculo especial con José Carracedo Sotillo, hermano de María del Carmen, que quiso compartir esa búsqueda con la familia de Felisa. Todos estos días he estado muy nervioso por el trauma de la desaparición y el triste desenlace de encontrar restos incompletos.

A las cinco de tarde un grupo de unas 20 personas, al que se sumaron poco después algunos voluntarios, comenzaron el recorrido por los caminos de Robleda, más cercanos a la casa, para internarse luego monte a través hacia la zona de Chaguaceda, unos, y a Sampil otros. El retorno por los terrenos a mano contraria desde casi las proximidades de Triufé.

Durante dos horas los voluntarios se repartieron por zonas de monte y fincas peinadas desde el 31 de julio. En estos dos meses se han realizado algunas tareas de desbroce por parte del Ayuntamiento aunque la maleza prolifera en todo el perímetro de fincas privadas que rodean el pueblo. La vegetación agreste ha dado una tregua con la llegada del otoño y la falta de lluvias. Los terrenos están surcados por las sendas y caminos de la fauna, y la perra "Siba" que acompañaba a uno de los grupos, puso en fuga a tres crías de jabalí. La fauna que pulula, a parte de sus pistas y rastros, no indica nada de la desaparecida.

Lo que antes eran fincas de centeno y patatas ahora están pobladas de escobales. "Es imposible que una mujer de 91 años entrara aquí" repetía una y otra vez la persona que, como conocedora de la zona, guiaba uno de los grupos. Andar no es fácil en determinadas zonas y es fácil tropezar, cuando menos para una nonagenaria que se apoyaba en un bastón y andaba con dificultad. Los voluntarios encontraron restos viejos de ropas pero que no aportaban nada sobre el camino que siguió Felisa. Su vestido de verano de tela sencilla bien hubiera podido desgarrarse en alguna zarza o espino y quedar a la vista. Pero nada.

En la mente de los voluntarios estaba cómo afrontar el trago de encontrar los restos de una persona tanto tiempo desaparecida. El mismo pesar tienen cientos de recolectores de setas que tantean los montes. A la puerta de la vivienda de donde salió una tarde de verano Felisa se repasaban aquellas primeras horas en las que se echó en falta a esta mujer de 91 años, y que movilizó a un pueblo entero que estaba celebrando las fiestas. El alcalde, Juan Rodríguez Casas, sumaba que esta tarde del 31 de julio hasta 400 personas se echaron al monte en esas primeras horas con la esperanza de dar con ella. A medida que el tiempo avanzaba y se apagaban las luces del día se avisó a la Guardia Civil que organizó los dispositivos de búsqueda.