Pasaron a la historia aquellos tiempos en que los pueblos vivían una vida interior, quizás más obligada que deseada, rota si acaso por las ferias del "Quince" en Rabanales y del "Veintiocho" en Gallegos del Río a la que nuestros padres y abuelos, madres y abuelas, acudían a realizar sus compras y sus ventas, a realizar su hermandad social. Viajes andando a los lomos de la burra a través de caminos de rodera y herradura. Llegó el asfalto y por fin el camión de "Los Colinos" de Fornillos o el de "Vege" pudieron entrar a los pueblos como Valer o Flores a llevar suministros a las cantinas del "Ti Valentín" y del "Ti Nicomedes". Fradellos fue un pueblo de empresarios con Aurelio Gabella y Emiliano Gabella y sus flotas de camiones. Hoy allí está una de las plantas de recogida y comercialización de setas y moras más importantes de toda España creando riqueza y empleo.

El Plan de Ordenación de Explotaciones "Sayago-Aliste" vino a cubrir un vacío allí, en pueblos lindantes que para comunicarse necesitaban hacer rodeos, a veces de 20 kilómetros, cuando en línea recta estaban a dos: Valer y Abejera eran un ejemplo. La solución llegó con unos caminos rurales y agrícolas que aunque sencillos, caja de piedra y riego asfáltico con arena, comunicaron los pueblos, y hasta comarcas, como el de Villarino Manzanas entre Aliste y La Carballeda cruzando las cumbres de la Sierra de la Culebra.

Todo iba sobre ruedas hasta que coincidiendo con la inauguración del puente sobre el río Cebal, de la vía Fradellos-Flores, hace alrededor de 15 años, el entonces delegado de la Junta de Castilla y León en Zamora, Juan Seisdedos Robles, dejó caer a los alcaldes que les iba a ceder los caminos. Algunos alcaldes incluso aplaudieron la "pesada broma", otros dudaron, pero solo Juan Garrido Ferrero, de San Vicente de la Cabeza, se dio cuenta que nadie, ni antes ni ahora, da los duros a cuatro pesetas: "Yo no firmo", y no firmó.

Pasaron los años y los caminos se deterioraron y entonces los alcaldes se dieron cuenta que habían hecho un pan como unas hostias. En la mayoría de los casos el arreglo de los caminos superaba al presupuesto total municipal para un año. Imposible arreglarlos.

La Diputación de Zamora, gracias a Dios y a Mayte Martín, -apostó por ello y hay que reconocérselo-, ha asumido su arreglo.

El camino de Flores a Fradellos, de asfaltado solo guarda el nombre, lleva quince años durmiendo el injusto sueño de los justos y lo raro es que no se haya matado alguien sobre su inexistente capa de rodadura convertida en hoyos y montículos. Su arreglo, ya, es cuestión de necesidad y de puro sentido común.