En poco más de un mes la explotación de Juan Carlos Lozano Mayo, en el pueblo de Gramedo, ha perdido unos 80 ejemplares de ovino en cinco ataques que haya contabilizado, y que ha denunciado ante la Guardería Medioambiental. Su denuncia no tiene como objetivo cobrar ninguna indemnización, pese a que las pérdidas las estima en más de 4.000 euros. La cantidad es importante para una explotación como la suya con medio millar de animales. La denuncia pretende que desde la Junta de Castilla y León haya un control de una loba y al menos dos cachorros instalada en la zona de aprendizaje de caza para estos depredadores.

Sabe que no cobrará ni un euro por los daños porque se ha negado a contratar un seguro para daños del lobo que obligatoriamente impone una franquicia. No es el único ganadero de la zona que ve perecer sus ovejas, sino que otros han sufrido bajas en la misma zona, en menor proporción, una o dos, en las incursiones de caza. De hecho fue alertado por cazadores y pastores de la presencia de restos de ovejas en una zona limítrofe con el término vecinos de Espadañedo, en los parajes de El Valle y Prados Nuevos.

La zona limítrofe entre Dornillas, Espadañedo y Gramedo es el punto neurálgico de la manada amparada por el cierre de escobas y maleza que impiden su avistamiento a distancia. Otra de las zonas que usa para el pastoreo está en el límite con Donadillo, allí se presiente el lobo, pero no actúa, por el momento, ya que no constan bajas entre otros ganaderos de esa zona. Se presiente porque los perros del rebaño no cesan de ladrar.

Lozano no tiene ninguna duda de la autoría porque ha visto a la loba con las crías. Este ganadero de Gramedo se ha quedado afónico de andar a voces por el monte como medida disuasoria para frenar los ataques, incluso no duda en reconocer que lleva petardos para alejar a los lobos, y últimamente se ha equipado de un megáfono que hace sonar cuando va de pastor. De los cuatro mastines que tenía, solo le quedan dos, un macho y una hembra. Otra hembra y un cachorro de poco más de un año han desaparecido.

Ha reducido las horas de pasto en extensivo y solo saca a los animales por la mañana porque ha comprobado que las peores horas, en las que teme un ataque, son las de la tarde. Desde el mes de agosto tiene al menos 40 ovejas heridas, algunas con tan mala pinta que era imposible que salvaran. En la nave hay una decena de animales con diversas heridas en las gorjas, con riesgo de infección, o con mordeduras de mal aspecto en los cuartos traseros. Lozano sospecha con fundamento que las crías de lobo aprenden a cebarse con las ovejas porque algunas de las heridas, propias de la especie, no tienen la profundidad que marcaría la acción de un adulto de fauces efectivas.

En esta campaña ha criado 167 corderas, de las que ha perdido 20, y tres machos nuevos. Otro yace herido en la nave a la espera de saber el resultado de las curas e inyecciones. A Lozano le dio pena tener que sacrificar a una hembra con todas las vísceras fuera de su cavidad torácica y donde crecían dos corderos "como dos pajarines".

Pide de los responsables de la Administración "que me concedan un permiso y un precinto y yo les cazo el lobo, le digo donde está y que lo retiren ellos". El negocio del lobo no es para los pastores sino para la Junta y los cazadores que pagan dinero por su caza. Cuantos más lobos, más dinero para las arcas públicas por permitir su caza.

Mientras los beneficios van al presupuesto público de la Comunidad, las pérdidas no se socializan y se acumulan en las naves o en el estómago de los buitres que, como cada otoño, aparecen en los cielos de la Carballeda para empalmar la temporada de carroña doméstica con la inminente llegada de despojos de los cérvidos, a partir de la apertura de la caza mayor.

Lozano se limita a reclamar medidas de control. En su mano lleva un recorte de prensa del 28 de septiembre de 2001, de hace 15 años, donde fue noticia un nuevo ataque a sus ganados. De momento para bien o para mal sigue tirando petardos al aire para espantar a los lobos.

Para los ganaderos de la comarca está claro que le otoño es una mala época porque se disparan las pérdidas con la actividad de aprendizaje de los lobos de la camada.

Y la pregunta en Sanabria y Carballeda es que para qué van a denunciar si no consiguen nada, sino rellenar tantos papeles como hojas tiene La Biblia. Para nada.