2016 es un año redondo para quienes vinieron al mundo en 1966. Han transcurrido 50 años y quince quintos y quintas de Manganeses de la Lampreana no han dejado pasar la oportunidad de celebrarlo con un emotivo encuentro. Ha sido en agosto, cuando el pueblo recibe a sus emigrados -como muchos de los reunidos- y la celebración ha desempolvado recuerdos y vivencias inolvidables, sobre todo de la niñez y la juventud.

Se encargó de evocarlas María José Salvador, una de las quintas, quien en un sentimental discurso incidió en el orgullo de ser de Manganeses de la Lampreana. Habló de "los buenos momentos vividos", de los "parvulitos en las antiguas escuelas" y de los maestros que formaron a esta generación. De doña Luisa, dos Ángel, don César, don Narciso o doña Jose. "Momentos inolvidables los de la infancia, con la primera comunión y don Domingo que era, por aquel entonces, el párroco".

Ante sus compañeros de quintada, familiares y vecinos del pueblo, la encargada de poner voz al acto incidió en el amor al pueblo del que todos hacen gala sin dejar de pasar la oportunidad de manifestar que "somos de Manganeses de la Lampreana".

Y llegó el momento de recordar la llegada de los 18, cuando la quintada toma posesión de esta condición; "cuando decíamos que éramos mayores, por eso de la mayoría de edad" y el pueblo no se libró de las típicas "trastadas", "cosas de la juventud", incidió María José Salvador en sus palabras.

Fue un encuentro para los recuerdos "con añoranza pero con mucho cariño", donde también hubo una mención hacia las personas "que aunque no están con nosotros siguen en nuestro corazón".

La fiesta consistió en una misa, una comida y para coronar la jornada un refresco para todo el pueblo y baile en el edificio de usos múltiples de Manganeses de la Lampreana.