El Gerente de la empresa JEFER AGUA (Riegos e Instalaciones), Jesús Fernández Fernández, natural de Ceadea, acaba de montar un criadero de caracoles de carácter privado y con el objetivo de la producción, a pequeña escala y para el consumo propio, de tan apreciado molusco gasterópodo.

Todo comenzó hace tres meses, en la parte trasera de su casa particular, al convertir una pequeña parte de su enorme finca en un improvisado criadero de caracoles.

La superficie ocupada es de 60 metros cuadrados, cuya estructura se simula a un invernadero, provista de un armazón de aluminio, cubierto con una malla de sombra bastante tupida, que evite la entrada de los rayos del sol y los tan temidos vientos, enemigo principal del caracol común (Helix aspersa).

El interior fue labrado en profundidad, aportando una parte importante de cal, ya que los suelos alistanos son muy ácidos, y por lo tanto pobres en cal, como así lo son los suelos calizos del norte y este peninsular.

En la tierra cultivada se sembraron semillas de trébol, zanahoria y lechugas, y aunque entre estas plantas nacieron infinidad de "chirinchos" tan típicos en los huertos alistanos, estos últimos también forman parte de su dieta alimentaria.

Las lechugas y tréboles le aportan vitaminas, sin embargo las zanahorias son afrodisíacas para ellos, facilitando su reproducción. Este alimento se complementa con una alimentación complementaria a base de cereales, fabricada expresamente para ellos, así como cáscara de huevo triturada que aporta cal para endurecer su concha y evitar que se rompa mientras se están cocinando, y no la mastiques al comerlos.

El interior tiene una temperatura, casi constante, de 24 grados y una humedad de entre un 70 y un 90 por ciento. Todo ello se consigue con el riego por nebulización de tan solo cinco minutos diarios.

Una vez que las plantitas nacieron, Jesús Fernández adquirió cincuenta ejemplares y ahora mismo ya cuenta con más de trescientos ejemplares, nacidos de los primeros, ya que el caracol pone entre 90 y 100 huevos enterrados en el suelo a una profundidad de entre 3 y 5 centímetros.

Entre el vergel de las plantas, tiene repartidas tejas, a modo de guaridas, prefiriendo las tejas viejas a las nuevas, ya que aquellas conservan durante más tiempo la humedad.

A nivel nacional, también se consumen los huevos de caracol, pero al tercer día de su puesta y valen tanto o más que los huevos de esturión.

Esta pequeña instalación la ha montado en los pocos ratos libres que su trabajo le permite y fue a raíz de la construcción de un criadero, en plan industrial, que se ha montado este invierno en Andavías y de la que su empresa se encargó del montaje de todo el sistema de agua con bombeo solar, en una superficie de 5.000 metros cuadrados, en la que se crían miles de caracoles dedicados a su posterior venta.

Existe en Zamora otra instalación, que lleva funcionando más de dos años, ubicada en Perilla de Castro.

Aparte de que surgiera la idea, a raíz de la que montó en Andavías, también les viene bien, ya que en su pueblo, en Ceadea, existe una sociedad gastronómica, amantes del caracol, en la que se juntan entre 25 y 30 comensales en estos días de agosto para degustar este plato a base de caracoles y donde todos los años debían comprarlos, por lo que, este año será el primero que consuman los caracoles propios de su cosecha.

La cocinera es su propia hermana, Elvira Fernández, una afamada cocinera profesional, dueña del restaurante La Hoya de Valladolid.

La forma de prepararlos es en salsa picante o acompañados de jamón y chorizo. Previamente a su cocción, están en un lugar a parte, y durante dos días están sin comer y en una zona ventilada o ayudados por un ventilador para que cierren su concha, como si estuvieran invernando.