La localidad de Calabor honró ayer a su patrón, San Roque. La ceremonia central se llevó a cabo al aire libre, en la plaza colindante a la iglesia, ya que este santuario posee dimensiones muy reducidas. En dicha ubicación se recreó a la perfección el santuario del pueblo, con bancos, altar, atril y velas, además se colocaron unas telas para proteger del sol a los asistentes. La misa fue oficiada por el párroco Samuel Pérez delante de unas 200 personas.

La ceremonia estuvo amenizada por un coro integrado en su totalidad por gente del pueblo, niños, mayores y ancianos disfrutaron de una jornada religiosa muy agradable. Al terminar la santa misa, los feligreses de Calabor realizaron la tradicional procesión, que asciende por la calle San Roque, cruza la carretera que une el pueblo con Portugal y llega hasta la Plaza Mayor, allí dan la vuelta y regresan a la singular ermita de Calabor.

El pequeño santo de alrededor un metro de estatura avanzó por la localidad fronteriza engalanado con sus mejores trajes, telas de color blancas y oro, tocado de sombrero negro y billetes prendidos a su ropaje mediante alfileres, esta es una de las tradiciones más peculiares de estas fiestas. La procesión estuvo encabezada por un gran pendón, que su portador debía estar atento al tener que esquivar los cables de la luz, de la cruz parroquial y los faroles de escolta. Además, a la comitiva le acompañó un gran repique de campanas y el coro al grito de "mira San Roque, mira como vengo".

A la vuelta de la procesión, los devotos de San Roque colocaron al santo a la entrada de la iglesia para que cada persona realizase su ofrenda al patrón y una aportación económica que al realizarse en forma de billete, se coloca con un alfiler sobre el propio venerado. Las personas que se acercaban a saludar al santo lo hacían de una forma muy sentida, pero cada uno a su manera. Los más mayores, visiblemente más emocionados, cada uno besaba, tocaba o acariciaba sus ropas según le convenía.

Una vez realizados todos los honores a San Roque, se llevó a cabo la tradicional subasta. Las personas del pueblo ofrecen diferentes productos para que sean rematados y así sacar fondos para la cofradía del Santo Cristo. La puja se abrió con el bastón de San Roque con un precio de salida de 20 euros, un vecino de la localidad abonó hasta 30 euros por él. A continuación una caja de huevos con un valor de inicio de 1,50 euros, finalmente alcanzó la cifra de 20. La venta continuó con artículos de alimentación como fruta y aceite y bebidas como botellas de whisky o coñac.

Los festejos continuaron a lo largo del día de ayer con un castillo hinchable y juegos infantiles, mientras que la verbena estuvo amenizada con una discomóvil.