Fuentelapeña vivió ayer una mañana de espantes que dejó un sabor agridulce a los cientos de aficionados que acudieron a la localidad para presenciar el espectáculo, pues se sucedieron cuatro intentos en los que, pese a los esfuerzos de los caballistas, los tres novillos que debían protagonizar el festejo no respondieron tan bien como se esperaba. No hubo suerte. Desde los extremos de la pradera, algunos aficionados comentaban que "les faltaba bravío", y alguno llegó a afirmar que "parece que dan lo mismo toros que bueyes". Cabe destacar que uno de ellos si demostró su capacidad de defenderse de los caballos en más de una ocasión.

Tras el cuarto intento, el respetable aguardaba la subida hacia la plaza del pueblo para compensar el comienzo de la mañana. Este capítulo del encierro salió "a medias", pues solo uno de los astados completó el recorrido hasta el ágora, y aunque se logró que un segundo bóvido enfilara la calle, no llegó a correr cien metros antes de darse la vuelta. No obstante, la organización tuvo a bien soltar otros dos novillos en la Plaza en compensación por la pareja que tuvo que ser devuelta. En esta parte unos cuantos mozos tuvieron la oportunidad de lucirse corriendo entre los astados durante los primeros minutos, aunque una hora después ya habían agotado sus fuerzas, pues se había echado encima el mediodía y ayer el sol apretaba.

La mañana terminó sin heridos de consideración, aunque en un momento dado un toro logró desmontar a un caballista y se llevó un buen susto, pero la cosa no pasó de ahí.

Como es habitual en este tipo de festejos, el ambiente taurino y fiestero se fusionan entre sí creando una original y extravagante atmósfera, en la que frente a una pradera por la que corren équidos y bóvidos se puede contemplar a algún que otro humano con una facha que logra destacar sobre los cuadrúpedos, era ayer el caso de un varón de pelo en barba ataviado como una bailarina cordobesa despechugada.