Cerezal es un pueblo de emigrantes y así lo delata la llegada masiva en agosto de aquellos que un día se vieron obligados a buscarse la vida lejos de sus tierra por motivos de trabajo o estudios, pero nunca jamás olvidando sus orígenes y la tierra que les vio nacer. Durante el resto del año solamente son 118 los empadronados oficialmente en el registro municipal, con apenas cinco niños. Ayer, en vísperas de las fiestas de San Justo y Pastor se cifraban en más de 350 los residentes.