Villaescusa se erige este fin de semana capital taurina de la comarca de La Guareña, sin ningún pueblo del entorno que le haga sombra en unas fiestas donde los espectáculos taurinos son protagonistas. Ni el calor sofocante pudo con una afición entregada que no quiso perderse el encierro por las calles del pueblo, abarrotadas de aficionados. Muchos, hijos del pueblo que no se pierden las fiestas del último fin de semana de julio, y también los llegados de otros municipios de la zona que se pasan el verano haciendo el recorrido allá donde se organizan encierros y espantes.

Ayer se soltaron dos toros y una vaca que ofrecieron juego y divirtieron a los vecinos y forasteros. Todo transcurrió con normalidad. Pese a la bravura de los astados no hubo que lamentar incidente alguno más allá de los típicos sustos provocados por las arrancadas y embestidas de los morlacos pero que, por fortuna, no quedaron más que en el "¡ay!". Hasta los propios toros se enzarzaron en un choque de cornamentas en plena calle que terminó con uno de ellos en el suelo mientras la afición observaba la escena a pie de calle o tras las talanqueras.

De los toros que ayer corrieron en el encierro ya se sabía porque había salido por la noche en el desenjaule y horas después estuvieron a la altura, protagonizando buenas carreras y arrancadas que enarbolaron al público.

Era jornada de paraguas, sombreros, agua, sombrillas y todo lo que fuera necesario para resguardarse a la sombra eludiendo un sol de justicia y unas temperaturas que rozaron los 35 grados.

Pero con todo La Guareña volvió a demostrar por qué es la comarca más torera. Y ayer lo hizo en Villescusa donde se celebran las fiestas en horno a san Gervasio y san Protasio. Aunque tradicionalmente esta fiesta se celebraba el 19 de junio, desde hace unos años se trasladó hasta el último fin de semana de julio para favorecer la llegada de los emigrantes y forasteros, además de los estudiantes a los que la fecha original les pillaba en plenos exámenes.