Centenares de personas acompañaron ayer los restos mortales y dieron su último adiós a J. L. B. de 66 años de edad, cuya vida cercenó a cornadas un novillo en la tarde del pasado sábado en el transcurso del toro del cajón organizado en Fuentesaúco.

La multitud arropó y mostró su condolencia a la familia del fallecido, natural de El Pego, pero ligado plenamente desde hace años a la villa saucana de donde es natural su mujer y donde pasaba, junto con su hijo, las grandes fiestas taurinas. "Era un hombre muy conocido y que se dejaba querer" expresan fuentes locales, que destacan que la iglesia parroquial de San Juan estaba durante la misa del funeral, ayer tarde, a rebosar de personas. Este seguimiento da fe del impacto que tuvo la muerte de un hombre que vivía "con pasión el mundo de los toros".

Muchos recalcaban ayer su afición taurina y recordaban los tiempos en que pisó la plaza saucana como novillero, por desgracia, también en aquella ocasión con cogida incluida en el albero.

La Corporación del Ayuntamiento de Fuentesaúco decretó ayer tres días de luto por su trágica muerte tras celebrar una reunión extraordinaria, convocada por el alcalde popular Gaspar Corrales. Igualmente se acordó transmitir el pésame del Ayuntamiento a los familiares por el triste desenlace.

La Alcaldía también puso de manifiesto que cuenta con todos los documentos y trámites "en regla", tanto en cuanto a las autorizaciones administrativas, como a las revisiones del arquitecto que supervisa el estado del cierre como a los correspondientes seguros. La Junta de Castilla y León trasladó públicamente su pésame y sus condolencias por el fallecimiento del vecino de Fuentesaúco, así como del torero segoviano Víctor Barrio en la lidia de un toro en Teruel. La institución "comparte el dolor de familiares y amigos por estas trágicas pérdidas" expresa el comunicado.

"Es un día desgraciado para Fuentesaúco y sobre todo para la familia. Fuentesaúco entero está consternado, sufriendo porque una persona querida por todos se ha ido de esta manera. El pueblo paralizado" expresó por su parte el regidor del municipio saucano, Gaspar Corrales.

J. L. B. halló la muerte en los últimos espectáculos taurinos de la programación de La Visitación y casi al remate de los festejos, que fueron suspendidos en el acto por el alcalde tras conocer el alcance de la cogida.

Fuentes presentes en el desarrollo de los acontecimientos señalaron que fue una cogida "impresionante". "Prácticamente desnudó a la víctima" expresa uno de los aficionados que observó el resultado de una arremetida que llenó de gritos el lugar por la tensión y el nerviosismo que generó la entrada del toro en un recinto que se convirtió en una verdadera ratonera.

Ponen de manifiesto que José "estaba en la calle y llamó al toro, que arremetió a la merina, que lleva barras horizontales, de modo y que el astado metió la cabeza, tiró para arriba y la levantó de un lado y la giró como si fuera una bisagra o una puerta. Luego se metió para el callejón y la preparó".

Ponen de manifiesto que el utrero "metió la cabeza por debajo de la merina, cuya primera barra guarda una gran distancia del suelo y la levantó".

Resaltan que la embestida del astado "pudo ser un desastre, especialmente para diferentes miembros de la familia de José, que ocupaban el lugar porque viven precisamente en esa calle". También hacen especial hincapié en las características del callejón, "que no tiene salida, tiene poco fondo y el toro te pilla si o si".

Otras fuentes locales afirman que "parte de los apostados en ese punto consiguieron meterse en una cochera del callejón que el dueño había dejado abierta a propósito por si ocurría algo".

Pero no fue así para el fallecido, que fue atrapado por el toro y recibió en su cuerpo toda la bravura del novillo, que le produjo una cornadas que le dejaron prácticamente sin vida allí mismo. También fueron heridos otros dos familiares, cuñados, pero sin más dramatismo.

El lugar fue visitado ayer por cientos de personas, y sobre el punto del trágico desenlace se depositó un ramo de flores.

Los actos del funeral y del entierro de J. L. B. congregaron ayer en Fuentesaúco a gran número de personas, procedentes algunas de Salamanca, donde la familia regentaba un bar y era conocido por gran número de personas.

El pueblo vivió ayer una jornada de luto, con las banderas del Ayuntamiento ondeando a media asta, y con un vecindario que ha pasado de la alegría de las fiestas de la Visitación a un silencio marcado por la tristeza.

Los vecinos recuerdan que los toros bravos son un peligro del que todo el mundo es consciente, y en esa naturaleza está la fuerza y el imán de los espectáculos taurinos. Esta nueva desgracia, vuelve a poner en el debate social de la villa las medidas de seguridad adoptada y los comportamientos humanos.