Miles de aficionados llenaban ayer el prado de la Reguera de Fuentesaúco y sus inmediaciones para presenciar la segunda mañana de espantes. Sin embargo, todos ellos se quedaron con "hambre" de espantes, ya que en ninguna ocasión los encerradores lograron conducir al conjunto de la manada hacia la línea de espantadores, que era notablemente más nutrida que en la jornada anterior.

Durante el festejo caballistas y bóvidos realizaron carreras de todo tipo, pero ninguna salió al estilo tradicional de Fuentesaúco para desesperación de parte del público local, que según pasaban los minutos comenzaba a abuchear. Tan solo algunos de los peñistas que seguían el espectáculo desde los remolques se alegraban de poder contemplar los novillos de cerca, así como algunos recortadores que aprovechaban los momentos en que los astados recorrían la zona perimetral de la pradera para lucirse ellos.

Subida a las calles

La afición comentaba la diferencia de este espectáculo con el de la anterior jornada, mucho más bello, "así son este tipo de festejos, a veces salen bien y a veces no", afirmaba un saucano mientras esperaba a que comenzara la subida al pueblo. Esta también resultó difícil, durante varios intentos los caballistas no consiguieron que la manada atravesara las puertas del prado, cuando lo hizo subió cohesionada durante los primeros metros del recorrido pero pronto los novillos se fueron descolgando y solo se logró que uno entrara a los corrales al mismo tiempo que los cabestros. El cansancio provocado por las carreras y el calor era ya notable en los astados.

Herido al mediodía

Durante el posterior encierro urbano, un mozo de la localidad habitual de los festejos fue embestido por uno de los bóvidos, que afortunadamente no le llegó a clavar el cuerno. Sin embargo, el saucano sufrió una fractura como consecuencia de la caída.

Desde la Asociación Cultural Taurina Espantes de Fuentesaúco califican la jornada como "el día de la desilusión", y comentan que "si el sábado nos ponían la miel en los labios y habíamos dado un pasito hacia adelante, hoy hemos dado tres o cuatro para atrás. Han vuelto los fantasmas de años atrás, la falta de rigor y los quiebros y recortes en medio del prado". El colectivo asevera que "no podemos ni distinguir cuantas intentonas de espante se han dado" y creen que los caballistas "no han logrado dirigir la manda, los toros han impuesto su ritmo cuando tendría que ser al revés y ha habido varias carreras innecesarias que han restado frescura al ganado de cara a la subida". Como un aspecto positivo, mencionan que "creemos que la actitud del conjunto de encerradores no es mala, tanto de los contratados como de los del pueblo, pero se han visto superados por las circunstancias".

Ahora, a esperar La Visitación de 2017, aunque muchos matarán el gusanillo mañana con las vaquillas que se soltarán por La Reguera a las 11 de la mañana.