"Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Cristi y el día de la Ascensión". Fechas muy señaladas en un calendario religioso que la iglesia intenta cumplir, aunque es verdad que cada vez con más dificultades, en un mundo rural muy disperso, con muy poquitos curas, sobrecargados de trabajo y obligados a multiplicarse para atender a una media de diez -cuando no casi veinte- parroquias por barba.

Valga el ejemplo de Figueruela de Abajo, donde la fiesta del Corpus ni se ha celebrado en jueves ni el día 26 de mayo, como mandaba este año el rito; tampoco el día 29 como el común de las parroquias, que lo trasladan al domingo más cercano, una vez que el entonces intocable Jueves de Corpus dejó de ser festivo.

Los tiempos han cambiado y, por obligación, la comarca de Aliste es pionera en una nueva forma de cumplir el rito religioso. Solo un dato. La de Aliste es la primera comarca de Europa con más celebrantes de la palabra (alrededor de 150). Lo certifica Héctor Galán, arcipreste de esta comarca zamorana donde a la dispersión de unos pueblos cada vez más envejecidos se suma la alarmante falta de curas. Los pocos que quedan no dan abasto y tiene que ayudarse de los celebrantes para atender a una feligresía cada vez más envejecida, pero también muy devota.

Hace años que se acabó la misa diaria, las novenas, rosarios, misas de gallo o vía crucis, mientras los parroquianos se adaptan a los nuevos tiempos con resignación. "Son los primeros que nos dicen: tranquilos, cuando se pueda" subraya Héctor Galán.

"Los curas no dan más de sí" cuenta una vecina de Figueruela de Abajo. Pero aún así se esfuerzan por cumplir con las celebraciones en todos los pueblos, por pequeños que sean, como en Santa Ana donde Galán ha celebrado el Corpus "con cuatro personas". O el sacerdote Marcelino Gutiérrez que, con su madre de cuerpo presente, cumplió su calendario habitual de los domingos y por la tarde, tal y como estaba previsto, celebró la fiesta del Corpus en las Figueruelas. Un gesto que los vecinos no olvidan. "Es un cura muy bueno, muy dispuesto siempre, ayuda mucho a la gente y verle el domingo aquí celebrando la fiesta cuando su madre había fallecido es muy de agradecer".

Lo cuenta Mari Pérez, alcaldesa pedánea de Figueruela de Abajo, expresando el sentir de todo un pueblo que a lo largo del fin de semana ha trabajado afanosamente para celebrar el Corpus como si de una aldea gallega se tratase. De allí se importó la tradición de hacer alfombras con flores gracias a Susi Sanabria, un hijo de Figueruela de Abajo residente en Galicia que lanzó la idea y desde aquella los vecinos intentan cada año superarse.

Esta vez no iba a ser menos. Con un campo rebosante de flores, un grupo de vecinos (los más jóvenes) se echaron al monte el sábado en dos vehículos para recoger tomillo, escoba, hinojo, flor de jara y también algunas rosas. Luego, ayudados ya por las más mayores -entre ellas Felisa Pérez con sus más de 90 años y Pura Carretero ya casi tocándolos- picaron y desgranaron las flores para adornar la alfombra y todo el recorrido de la Custodia.

Hasta el sacerdote elogió el trabajo de sus feligreses, infinitamente agradecidos con la inquebrantable fidelidad de don Marcelino, pese a la pérdida de su madre. Por ello, el Ayuntamiento de Figueruela de Arriba dispuso autobuses para trasladar a todos los vecinos que así lo quisieran a Vezdemarbán, donde ayer por la mañana recibía sepultura la madre del sacerdote. Aunque grande, cuentan que la iglesia estaba a rebosar. Entre los presentes, muchos vecinos de los pueblos alistanos que quisieron acompañar a su párroco en un momento tan triste. Y cuentan también que el doliente sacerdote se emocionó con el gesto.