Las copiosas lluvias de los últimos meses, que han dado lugar a la primavera más mojada de los últimos años, han ido llenando poco a poco las lagunas de Villafáfila, que esta semana están a rebosar, y todo a pesar de salir de un año bastante seco. La abundancia de agua ha animado a un mayor número aves a elegir este humedal como hogar o como parada en su migración primaveral.

El buen estado de las lagunas, unido al buen tiempo que disfruta la comarca este fin de semana, forman la conjunción perfecta para atraer a cientos de turistas, familias y amantes de la ornitología que a lo largo de estos días pasan por los humedales para observar las aves y contemplar el paisaje, teñido en esta época del año de feraz verde y limpio azul, con salpicaduras de rojo amapola.

Por los observatorios de la Laguna de San Pedro, en Villarrín, y el de Barillos, cerca de Revellinos, pasan expertos y aficionados con equipos telescópicos de diferentes calidades para hacer las anátidas más visibles desde la distancia. Pero es la Salina Grande la que ofrece el paisaje más espectacular, convertida estos días en un pequeño mar entre Villafáfila y el pueblo abandonado de Otero de Sariegos -invadido casi por completo por la naturaleza- una enorme masa de agua salada de la que apenas sobresalen un par de islas. También la Casa del Parque ha gozado de una gran afluencia de turistas. El lugar acoge, además, diferentes actividades con motivo del Día de la Red Natura, como un taller de anillamiento de aves o una ruta por las lagunas guiada por expertos en ornitología.

Los palomares son el segundo atractivo que más llama la atención de los visitantes, especialmente de aquellos de procedencias más lejana. Este elemento de la arquitectura típica local es todo un símbolo de la Tierra de Campos, y muchos de los ejemplares mejor conservados se encuentran en el área de la Reserva de las Lagunas de Villafáfila.