Varios trozos de malla metálica remendados con cuerdas plásticas para alpacas es la imagen más gráfica de la falta de mantenimiento del cerramiento de la autovía A 52 entre los kilómetros 90 y 91 términos de Terroso y Requejo de Sanabria. Esta falta de mantenimiento, que redunda en la seguridad, está generalizada en el territorio de Sanabria y Carballeda el más frondoso de la provincia por las bondades atlánticas de un clima de transición que permite proliferar el sotobosque o la maleza, según el lado del que se analice. Un sotobosque que demuestra que no se pueden poner puertas -en este caso barreras metálicas- al campo.

Un bordado a mano con material plástico realizado por los residentes intenta evitar males mayores: que una persona, un animal salvaje o una res irrumpan accidentalmente en la vía con el consiguiente peligro para los conductores. La presencia de fauna, ciervos, corzos y jabalíes, es más que habitual en esta vía y fuente de accidentes. Hasta 3 colisiones con fauna -que se sepa- se han registrado en las últimas semanas entre las entradas de Castro y Requejo.

Un accidente muy curioso fue el que sufrió un conductor que circuló varios kilómetros por la autovía en el término de Requejo con una corza atrapada por una pata en el gancho delantero que se utiliza para remolcar el vehículo. El piloto descubrió lo que quedaba del animal cuando se paró en la rotonda de salida de la autovía en el mismo término de Requejo, preocupado por un ruido que oía debajo del coche. Relata un testigo del accidente.

El malestar ha crecido exponencialmente entre residentes y conductores al ritmo con que han proliferado como hongos las señales de fauna, que coinciden precisamente con los puntos de intersección, entradas o salidas, a la autovía como Rionegro del Puente, Mombuey, Palacios, Castro de Sanabria o Padornelo.

A estas entradas "oficiales" de animales, los residentes agregan las que por sí solos se busca la fauna en su territorio fragmentado por las grandes vías de comunicación que no cumplen el Reglamento de Carreteras de estar estrictamente aisladas. Los animales también han buscado el resquicio, aunque no precisamente el legal, aprovechando el deterioro de la cerca metálica, los pasos de agua y los espacios difíciles de cerrar de los pasos elevados.

Las señales crecen, sí, pero no pueden competir con el crecimiento vegetativo de la flora local y menos tras el riego casi por inmersión de agua y nieve de este invierno y la primavera.

Piornos, escobas, robles y fresnos colonizan la tierra de los taludes de la autovía entrelazando troncos, raíces y ramas como parte de la malla hasta el punto de abrir huecos adicionales. La vegetación de mayor altura, como demuestra uno de los vecinos, termina desplomándose sobre el borde superior de la reja. La nieve abundante este año aumenta el peso hasta el punto de doblar los piornos sobre el cerramiento y provocar el cedido del vallado, tanto de la malla como los postes metálicos que sustentan la red metálica. El peso de la nieve entres los kilómetros 89 y 92 se ha cobrado varios de los postes con la consiguiente pérdida de resistencia de diferentes tramos del aislamiento.

El grosor de los troncos de los arbustos más frondosos, unos 10 ó 12 centímetros de diámetro, y los ejemplares secos evidencian que la vegetación cumple su ciclo vital de entre 7 y 10 años: nace, crece se reproduce y muere asomada al balcón de la carretera. Una colonia de fresnos ha echado raíces en el mismo borde del cerramiento cerca de Requejo, postes naturales que a largo plazo terminan por desplazar la valla, bien hacia arriba o bien hacia abajo.

Cualquier conductor que repare en las señales de fauna de la autovía, por ejemplo en el término de Palacios, no distinguirá el cerramiento oculto por una espesa mata de robles, escobas y zarzas. Incluso hay un conocido punto de la autovía carballesa, donde se registran accidentes con ciervos y jabalíes, con incorporación de vehículos en dirección ascendente a Galicia, con radar fijo en el sentido descendente y con señal de fauna adicional, donde aprovechando las escobas y piornos de frondosa altura estaciona ocasionalmente el coche con cinemómetro.