La luz se hizo en Pajares de la Lampreana. La borrascosa aurora que recibió a este 8 de mayo, con una lluvia incesante, presagiaba un día de lo más deslucido para la romería de la Virgen del Templo que ayer tenía por protagonista al pueblo de Villarrín de Campos. Pero el ansiado sol resplandeció y los devotos pudieron cumplir con el voto a la Virgen del Templo con toda la solemnidad y tradición que acompaña a esta fiesta de la patrona de la Tierra del Pan.

La coincidencia del 8 de mayo en domingo agrandó la participación en una tradición arraigada y de un profundo sentimiento de devoción, no solo en Villarrín sino también en Pajares de la Lampreana, anfitrión del encuentro de todos los pueblos que peregrinan a la ermita de la Virgen del Templo.

"La fiesta se celebra de todas todas" comentaba un vecino de Villarrín mirando a un cielo cada vez más encapotado. Porque al filo de las once de la mañana, cuando entraba en Pajares el carro con la Virgen de la Soledad la cara de los mayordomos era un poema. Ángel Alonso y Elena Gómez, Juan Palacín y Flori Alonso, y Agustín Ferreras y Pilar Boyano asumen este año la mayordomía y fueron ellos los encargados de engalanar el carro con la Virgen, debidamente protegida y acompañada a lo largo de todo el trayecto.

"Habrá que vestirse en la ermita" comentaba una resignada cofrade de la Vera Cruz, temerosa de no poder cumplir con la tradición de colocarse la mortaja a la entrada de Pajares y cruzar el pueblo acompañando al Cristo y a la Virgen de la Soledad.

Pero ayer en este rincón de Campos-Pan se hizo del todo real aquello de que "cuando llueve escampa". Y fue en el momento oportuno, una vez llegados los peregrinos que hicieron el camino a pie de Villarrín a Pajares con el Cristo de la Vera Cruz y cuando ya habían repuesto fuerzas en la plaza del Ayuntamiento.

La hilera de coches iba entrando en Pajares y muchas personas se concentraban en la entrada del pueblo. Y obró el milagro. Un resplandeciente sol de primavera se abría paso entre el cielo encapotado mientras los penitentes vestían las mortajas blancas, impolutas, cuidadas con mimo y desempolvadas tras la procesión de "La Carrera" el Jueves Santo.

El sol se instaló a lo largo de todo el recorrido hasta la ermita y respetó también la parada en la plaza de Pajares, donde se ejecutó el baile de los pendones de ambos pueblos. Los cofrades de la Vera Cruz reanudaron el paso encabezando la procesión y seguidos por numerosas personas, muchos vecinos e hijos de Villarrín cumplidores con el voto, como José Luis Temprano que cada 8 de mayo retorna a su pueblo para revivir la tradición. O como Andrés Gómez y Manolo Alonso, refundadores de la actividad de la cofradía tras el "parón" entre 1965 y 1993.

"Antes se vestía la mortaja con la ropa interior, camiseta y calzoncillo, y para comprobar que cumplías, a la entrada de la iglesia uno de los mayordomos te tocaba en el brazo y otro en el muslo por si llevabas más ropa; eso se ha quitado" evocaba Andrés Gómez. Sin ese rigor pero sí manteniendo los pies de descalzos, los penitentes cumplen el voto como todos los vecinos de Villarrín, a quienes la alcaldesa de Pajares dio la bienvenida al inicio de la misa en la ermita.

Y este año testigo de todo ello Cristina García Rodero, icono de la fotografía de las fiestas tradicionales de España y una de las profesionales más reconocidas en el ámbito nacional e internacional. Con su imagen menuda, mochila al hombro y cámara en mano, su objetivo captó cada instante, pasando desapercibida y sin molestar, como a ella le gusta. "¿Si te pones cerca del Cristo por favor?" rogaba a un niño penitente. "¿Qué suerte hemos tenido, que gran día!". Estaba satisfecha con un trabajo que ya forma parte del legado de una profesional excepcional.